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Los rebeldes del equipo de Trump

Esta semana salió oficialmente a la venta el libro Fear: Trump in the White House (Miedo: Trump en la Casa Blanca), de Bob Woodward, aunque lleva ya más de una semana generando gran anticipación y revuelo.

Se repite el fenómeno del libro Fuego y furia, de Michael Wolff, publicado a principios de año, aunque esta vez multiplicado por el prestigio de Woordward, quien fue uno de los periodistas detrás de la investigación de Watergate que provocó la dimisión del presidente Nixon y ha escrito libros de referencia sobre varios presidentes, incluyendo a Clinton, Bush y Obama.

A Wolff se le criticaron mucho sus inconsistencias, pero la reputación de Woordward es intachable. Ari Fleischer, secretario de prensa en la administración de George W. Bush, publicó en Twitter que cuando le tocó lidiar con la publicación de un libro de Woorward, aunque no le gustaron muchas de las citas publicadas, nunca pensó que el periodista se hubiera inventado algo.

¿Qué revela el libro? Quizás lo más importante es que la forma irresponsable de tomar decisiones de Trump ha generado tal alarma entre su propio equipo en la Casa Blanca que muchos de ellos están actuando activamente para evitar que se lleven a cabo algunas de sus acciones más peligrosas.

El libro abre con el caso de una carta que Trump pretendía enviar al líder de Corea del Sur cancelando el tratado de libre comercio entre ambas naciones, lo que presuntamente hubiera puesto en riesgo la seguridad de Estados Unidos frente a Corea del Norte, que su asesor económico en jefe, Gary Cohn, le escondió para que no pudiera firmarla.

Aparentemente Cohn repitió también la hazaña de esconder documentos para evitar que firmara una carta para salirse del TLCAN, lo que hubiera impedido que se llevara a cabo el proceso de negociaciones que culminó con un acuerdo consensuado entre Estados Unidos y México.

En otro momento del libro se reporta que Trump le habló al secretario de defensa Jim Mattis para pedirle que se mandara asesinar a Bashar al-Assad, el líder sirio, después de que lanzara ataques químicos contra su propia población civil. Al terminar la llamada, el secretario se volteó con su equipo y le dijo que no harían nada de eso.

La existencia de colaboradores rebeldes que se refleja en el libro de Woordward refuerza la columna de opinión anónima que se publicó en el New York Times la semana pasada titulada “I Am Part of the Resistance Inside the Trump Administration” (“Soy parte de la resistencia dentro de la administración de Trump”), en la que un supuesto colaborador de Trump que no revela su identidad declara que hay un grupo de personas de alto rango en la administración que actúan desde adentro para “frustrar parte de la agenda del presidente y sus peores inclinaciones”.

Imposible saber ahora hacia dónde se dirige Estados Unidos, si hacia un impeachment y destitución del presidente Trump o hacia su reelección (las próximas elecciones intermedias permitirán tomar el pulso de las preferencias de la población), pero la personalidad y el estilo de liderazgo de Trump están generando efectos que ya son inevitables.

Estos efectos generan preguntas que tendrán que responderse en los próximos meses o años. ¿Cómo evitar en una democracia que una persona tan poco habilitada para enfrentar los retos complejos del mundo actual asuma una posición de tanto poder sin contrapesos? ¿Cómo evitar que una porción grande de la población que está legítimamente enojada con el statu quo caiga en la trampa de argumentos populistas e instigadores de odio? ¿Cómo crear mecanismos fuertes de gobernanza en el mundo para evitar que las decisiones unilaterales y nacionalistas del líder de un país poderoso den marcha atrás a los esfuerzos multilaterales para resolver retos globales?

Opinión de: @ortegarance

JJ/I