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Esperanza y adivinanza

Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas

Anatole France

Dicen que la esperanza es lo último que muere y así es. El hombre sin esperanza muere, se seca, se consume como la cera de un pabilo. Es la esperanza lo que combate el miedo hacia lo desconocido y es ese temor el que nunca nos deja porque, por muy bien que vayan las cosas, siempre existirá algún factor que pueda descomponerlo todo. La esperanza es, al final, lo que nos mantiene en pie y pugnando por conseguir aquello que deseamos y esperamos.

El cheque en blanco con que contará el gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador no salió de la nada, sino que surgió de la gran dosis de esperanza que sus promesas generaron en la población, que espera una real y sustantiva mejoría en su nivel de vida. Existe la expectativa de que sucederá algo casi mágico el primer día del próximo diciembre, cuando AMLO tome protesta al cargo de presidente de la República, pues muchos creen que las cosas cambiarán de un día para otro sólo por eso.

Debe considerarse también que Morena obtuvo el triunfo gracias al hartazgo de los mexicanos hacia los descarados actos de corrupción en que incurrieron, aparentemente, Enrique Peña Nieto, su gobierno y su partido, además de los que toleraron de los gobernadores de Veracruz, Chihuahua o Quintana Roo, por mencionar sólo los escándalos más conocidos.

Ahora, aunque López Obrador ha ido acotando los términos para cumplir con todo lo que ha sido prometido por él a lo largo de casi dos décadas, estableciendo condiciones o plazos, la gente espera resultados pronto. Sus simpatizantes –no sólo los de Morena–, que le dieron su voto por la combinación de ambos factores: la esperanza en una vida mejor más el repudio a los excesos cometidos por priístas y panistas en los años recientes, creen que todo cambiará tan pronto tome el cargo. Cosa que desde luego no pasará ni siquiera en el primer año de su mandato, aunque podría haber avances en algunos temas.

Sabia virtud

Será vital conocer los tiempos con realismo para orientar el discurso de López Obrador ya como presidente en funciones. No podrá darse el lujo de pregonar triunfalismos si no muestra en los hechos una evolución tangible en los programas tantas veces ponderados en los mítines.

Ha mencionado en su gira de agradecimiento que ajustarán el presupuesto para poder cumplir con sus programas; cabe preguntar ¿hasta dónde le alcanzará el margen de maniobra para impulsar esas propuestas? ¿Qué tendrá que sacrificar para lograrlo? Habrá que ver qué de lo ya existente se mantiene, qué se reenfoca y qué desaparece para no duplicarse con los nuevos apoyos sociales.

Acá en el rancho grande

En Jalisco parecían haberse calmado los ánimos. Tras la reunión que sostuvo Enrique Alfaro con el presidente electo, se le vio muy sonriente y confiado; sin embargo, parece que la tregua con Morena no fue duradera.

En días pasados Alfaro volvió a las andadas y arremetió nuevamente contra Carlos Lomelí cuando éste mencionó en una entrevista radiofónica que se construiría un aeropuerto de carga en el estado. El gobernador electo lo convirtió en víctima de insidiosos comentarios que hizo públicos a través de su cuenta de Twitter.

Apariencias

No olvide Alfaro que las apariencias engañan, el que AMLO lo recibiera sonriente y cordial no significa que le vaya a contestar el celular o abrir la puerta de su oficina. Mucho menos que haya cambiado su decisión de mantener la interlocución a través del doctor Lomelí. Alfaro no conoce los planes del presidente electo, por lo menos no tanto como Lomelí Bolaños.

@BenitoMArteaga

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JJ/I