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Marko y la debacle del PAN

¿Qué as bajo la manga traerá Marko Cortés, candidato a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, para en caso de ganar la contienda frente al nieto del fundador del partido, del mismo nombre y apellido, Manuel Gómez Morín, detener la debacle de su partido que él mismo reconoce se registra luego del sexenio de Vicente Fox Quesada, no sólo en Jalisco, sino en el país entero?

Integrante del grupo de su antecesor –ocupó la presidencia panista de manera interina–, Ricardo Anaya Cortés, y señalado de ser cómplice de los famosos moches que caracterizaron a la fracción panista en San Lázaro de la que formó parte, Cortés reconoce que su partido va en caída libre y habló de números.

“En 2000, el PAN sacó 42.5 por ciento de los votos con Fox; en 2006 sacamos 35.9 por ciento (con Felipe Calderón); seis años después (2012) con Josefina (Vázquez Mota) sacamos 26 por ciento y seis años después (2018) sacamos 22 por ciento. Llevamos 18 años de caída a nivel nacional y esto viene correlacionado con lo que ha ocurrido acá en el estado”, declaró el pasado fin de semana a un matutino local.

La gravedad de la realidad política-electoral del PAN se ve reflejada en los propios números de su participación electoral, pues 18 años después de haber ganado por primera vez la Presidencia de la República el resultado en las urnas cayó hasta alrededor de 50 por ciento. De 42.5 por ciento con el que ganó el guanajuatense Fox Quesada al apenas 22 por ciento que obtuvo el queretano Anaya Cortés hay una diferencia abismal. Pero, además, considerando un factor importante: Vicente ganó de la mano de un solo aliado: el Partido Verde Ecologista de México, mientras que Ricardo no fue capaz de triunfar del brazo de dos cómplices: los partidos de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano.

De ese tamaño es la triste realidad del PAN a nivel nacional.

Marko Cortés aduce que su partido cometió errores como la división interna, mientras que siendo gobierno incurrió en errores y no supo comunicar sus logros. Sí, sin duda ambos factores fueron determinantes para el declive del que llegó a ser la segunda fuerza política en el país y el principal partido de oposición durante la gestión del imbatible Revolucionario Institucional, pero indudablemente que su llegada al poder pudrió su esencia, y el poder mismo y la nómina sedujo a las cúpulas que no supieron conducir a su partido en el carril de sus principios y doctrina; que la aparición de diversos grupos generó una lucha intestina vigente hasta hoy día que amenaza con seguir hundiéndolos y que ha provocado el éxodo interesado, por un lado, y decepcionado, por el otro, de cientos o quizás miles de militantes que alguna vez se sintieron orgullosos de su partido.

Al paso de las semanas, y a tres de que se lleve a cabo la elección de su nueva dirigencia, los aspirantes a presidirla –Cortés Mendoza y Gómez Morín– no han planteado a su militancia la estrategia que haga creer o confiar en que bajo su mandato el PAN comenzará la recuperación para ganar las gubernaturas que estarán en juego el año próximo (2019) y la contienda intermedia de 2021. Por el contrario, hay serias posibilidades de que luego de gobernar Baja California durante 30 años, a partir del triunfo de Ernesto Ruffo en 1989, el próximo año sean derrotados por el naciente Movimiento Regeneración Nacional (Morena), según lo han advertido los propios panistas.

A 21 días de la elección se apuesta a un triunfo de Marko Cortés gracias a que como parte del grupo anayista mantiene a favor no sólo la actual estructura del CEN sino de muchos comités estatales, y no tanto al programa de acción y sus propuestas que convenzan mayoritariamente a la militancia. A Gómez Morín hoy le comienzan a salir sus prietitos.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I