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Desabastos

El tema es inevitable: los problemas de abasto de gasolina en varios estados del país; sin embargo, en esta ocasión no hablaré de los números del robo de combustible, ni de la estrategia del gobierno federal para combatirlo. En lugar de eso, me referiré a un fenómeno relacionado: la percepción social del problema y sus manifestaciones en redes sociales.

Twitter es un medio de estudio práctico porque la actualización es muy rápida y porque uno no está limitado a “los amigos” para tener información: uno puede seguir libremente a quien quiera y además el sistema se alimenta con retuiteos y favs que nos presentan mensajes de personas que no conocemos. Lo anterior hace que, pese a la limitante de los 240 caracteres, tengamos mucha más variedad que en otros medios como Facebook.

Como psicólogo, me ha resultado muy interesante ver en tiempo real cómo se van construyendo realidades y los mismos hechos se interpretan y reinterpretan para fortalecer opiniones preestablecidas, así como comprobar que los sesgos cognitivos que tenemos los seres humanos operan plenamente:

Primer caso: un conocido politólogo comentó que la productividad del país se estaba desmoronando porque una persona “esperó 10 horas para cargar combustible”. Esta forma de pensamiento es una derivación de lo que se conoce como la falacia de la anécdota: si en mi experiencia algo funciona/sucede, entonces generalizo y supongo que así pasa con el resto de los casos. El problema de la evidencia anecdótica es que tiende a ser selectiva: detectamos los casos que favorecen nuestro punto de vista y desechamos el resto. Esto es muy evidente en los mensajes que dicen: “No pasa nada, yo cargué gasolina en 10 minutos”, o los que dicen “Ya nos volvimos Venezuela, tardé tres horas en cargar el tanque”.

Segundo caso: otra falla lógica es cuando un hecho se reinterpreta para hacerlo coincidir con una postura previa. En redes circula la afirmación (falsa) de que el actual gobierno canceló contratos y por esto hay buques tanque sin descargar; sin embargo, hay evidencia de que esto es un fenómeno normal dada la limitada capacidad de Pemex para almacenar combustibles (https://www.animalpolitico.com/2019/01/dudas-desabasto-huachicol-gasolina/) pero hay quien lo ve como muestra de la maldad/estulticia del gobierno.

Tercer caso: una constante en redes es la sobresimplificación de los problemas expresada a través de los memes: “Si cierra los bancos, no hay robos” o “Si no pagamos impuestos, no se los roban”. Es claro que sólo una parte de toda la infraestructura de servicio está siendo afectada, y el servicio, aunque intermitente e insuficiente, no se ha detenido. Las simplificaciones no dejan espacio para el análisis de los detalles, de las excepciones o de las circunstancias especiales.

Cuarto caso: existe una falacia conocida como la falsa disyuntiva; es decir, se presentan de forma artificial sólo dos opciones, dejando de lado otras posibilidades; así, quien se queja de la escasez, es visto como si estuviera a favor de los huachicoleros, o si sugiere que la estrategia fue equivocada, se le espeta que “quizá preferiría que se continuara el robo”. No hay lugar para matices.

Quinto caso: quizá lo peor es el grado de ataques a la persona (ad hominem) en las discusiones. Las descalificaciones, los insultos y las agresiones son la constante. Basta con que alguien muestre apoyo a algún bando para que inmediatamente sea etiquetado, denigrado y ridiculizado. Así no hay forma de encontrar el espacio en común, ni manera de construir acuerdos. Lo triste es que incluso líderes de opinión caen fácilmente en el juego del ataque a la persona, en lugar de debatir el argumento.

Sé que es muy gratificante para el cerebro ver los retuits y los corazoncitos en cada mensaje que ponemos; sin embargo, en realidad estamos contribuyendo solamente a la polarización social, la cual va mucho más allá de las redes sociales. Y eso es más peligroso que el desabasto. Tengamos serenidad y paciencia, como diría Kalimán.

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da/i