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Dimes y diretes

El mejor método para evaluar la inteligencia de un líder es observar a los hombres que le rodean
Nicolás Maquiavelo

Mucho se ha hablado este año sobre el evidente desabasto de gasolinas en varios estados del país, aunque este hecho –el de la escasez de combustibles– ha sido negado por representantes del gobierno federal de diversos niveles, incluido el presidente López Obrador.

La realidad es que el cierre de ductos –y con éste, el desabasto– dio inicio desde los últimos días del año, aunque se manejó con gran secrecía. El 3 de enero, en la autopista Ciudad de México-Guadalajara, la gasolinera del kilómetro 200 estaba sin gota de gasolina, la siguiente, a 220 kilómetros llegando a La Barca, se encontraba sin inventario también. Había que entrar al poblado para surtir el energético para llegar a la capital tapatía.

Han transitado, principalmente por las redes sociales, cualquier cantidad de datos que van, desde cifras y hechos falsos, hasta los más disparatados rumores y teorías conspirativas. También, como era de esperarse, se han desatado las críticas, tanto de los acérrimos detractores de López Obrador, como los defensores a ultranza de su mesías tropical.

Mientras, los medios formales poca información han aportado, probablemente porque el presidente de la República decidió mantener la operación como altamente confidencial, y es muy poca la información surgida de fuentes confiables que ha podido conocerse.

En medio de la desinformación, rumores, críticas y acusaciones, la ciudadanía afectada está furiosa. Largas filas en las gasolineras que terminan con conductores desesperados al terminarse las existencias de combustible antes de que les toque su turno. Otros, que de plano se forman frente a la estación de servicio sin saber si llegará producto o no. Algunos que, durante el fin de semana, acudieron a un expendedor tras otro, haciendo filas durante horas, para, al final, no alcanzar el ansiado suministro.

Confirmación involuntaria

Al parecer las explicaciones ofrecidas por el presidente López sobre los motivos de la escasez de combustibles son verdades a medias. La lucha contra los huachicoleros y la corrupción que generan van dejando de ser creíble en la medida que pasan los días y –como dicen los memes– el único detenido por el operativo es el país.

Al cerrar los ductos efectivamente se evita el robo de gasolina, pero también se detiene el flujo del energético hacia los depósitos de las grandes ciudades, donde surten las pipas que lo distribuyen a las gasolineras, al tiempo que quedan llenos los depósitos en los puertos. La consecuencia: un montón de barcos con gasolina fondeados frente a puertos mexicanos esperando a ser descargados.

El reportaje del Wall Street Journal que destapó el problema fue inmediatamente desmentido por AMLO, con lo cual le dio credibilidad, por aquello de explicación no pedida…, aunque su autor tuiteó un mensaje en el que hacía ver que se estaba sacando de contexto su reporte. La verdad es que no era así y el WSJ defendió la veracidad de su información.

Puntos sobresalientes

Primero, es relevante que se estén dando a conocer los detalles de la enorme operación del robo y venta clandestinos de combustibles. Segundo, los estados más afectados, como Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Estado de México o Jalisco no son gobernados por Morena, sólo la CDMX, que se ha visto moderadamente afectada tiene un gobierno de ese partido. Tercero, el ducto que desde costas mexicanas suministra combustibles al Valle de México, el único aún abierto, pasa por Puebla, la meca del huachicol, lo cual se explica sólo por la inminente elección de gobernador en la que Morena tiene puestas grandes esperanzas. Cuarto, es sobresaliente la defensa que ha hecho Enrique Alfaro de los derechos de los jaliscienses en este tema.

Conclusión: la estrategia apesta.

@BenitoMArteaga

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JJ/I