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No culpar para superar

Educar en la responsabilidad significa responder al resultado de nuestra vida sin echar la culpa a nada y a nadie, situación que es posible cuando se forma en la libertad desterrando mecanismos de defensa. Libertad no es hacer lo que a uno le genere placer, sino tomar decisiones renunciando a otras opciones, asumiendo las consecuencias positivas y negativas que se contraen.

No aceptar una equivocación es parte de un falso orgullo o ego, de la soberbia que ciega a seguir aprendiendo con base en los errores y la experiencia, aceptando el perdón a sí mismo.

Culpar a Dios, a las circunstancias externas, a la suerte, al otro, paraliza la posibilidad de ser mejor. Un hombre que aprende a asumir que no es perfecto y que comete errores, se convierte en una persona comprensiva capaz de perdonar y buscar la verdad entendiendo la idiosincrasia y con ello a ser sensible a la naturaleza errática del ser humano. Asumir la culpabilidad de todo aquello que estorba al éxito lleva a ser asiduos, a cumplir con las obligaciones, a ser constantes y esforzarse, incluso a renunciar a ciertos placeres opositores.

Si logramos entender que cada error es un proceso y oportunidad para crecer y tener un mayor valor, habremos dado el primer paso al progreso. Culpar al exterior por estar tristes, por no lograr metas, por frustraciones, la desilusión, el sufrimiento, es el inicio de la ofuscación al aprendizaje y al logro de la armonía. Se es negativo y se agrede cuando se culpa destruyendo la paz necesaria para la reflexión y la meditación, indispensables para el crecimiento intelectual y espiritual que lleva a resolver de manera objetiva el problema que aqueja la falta de avance en nuestra vida.

Se culpa para ocultar la falta de ideales, sueños, constancia para vencer la pereza y el sufrimiento estoico y positivo que implica todo esfuerzo hacia la superación. Cuando se aprende del fracaso, de los errores y se revierte a base de disciplina y conocimiento entonces viene la satisfacción, la felicidad al volver la vista declarándose vencedor ante las vicisitudes y es aquí donde radica la importancia de educar en dejar de echar la culpa.

Los pueblos, las naciones y los individuos que aprendieron a reconstruirse dejando de culpar al exterior se transformaron en los protagonistas del progreso a base de la creatividad, la innovación, la resolución de conflictos con valentía y confianza. Pueblos de Europa y Asia aprendieron de sus errores y se superaron,  mientras que muchos países de África y América siguen culpando a otros de sus tragedias. Padres y maestros deben enseñar a diagnosticar adecuadamente focalizando el problema con veracidad y sin engaños.

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@Saucedodlallata

JJ/I