INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Tiempos de cambios

Las editoriales independientes tal como las concebimos ahora son un producto de la era digital. La irrupción de estas pequeñas casas editoriales en los últimos dos decenios y su proliferación en casi todas partes solo es comparable al surgimiento de los primeros impresores en el siglo 15. Potencialmente cualquiera con una computadora, una impresora y un poco de papel podría diseñar e imprimir un pequeño tiraje, pero el editor con su experiencia y formación hace que una obra se vuelva relevante y no pase desapercibida.

Un editor independiente puede publicar a un escritor novel y convertirlo en la revelación para una generación; puede seleccionar obras del pasado que han quedado en el olvido y hacerlas lucir de nuevo; puede publicar géneros, autores y temas que se alejan de lo convencional, sin miedo a perder o a ganar poco… Porque el editor independiente asume riesgos y no pone la obtención de ganancias por delante, pues allí están las dimensiones estética, poética o histórica de lo que publica. Por esa simple razón la edición independiente es un fenómeno cultural digno de recibir apoyo y protección.

Las leyes y reglamentos que tendrían que regular la protección a estas empresas son obsoletos, pues se concibieron antes de la revolución digital y fueron creados por personas ajenas al mundo editorial o bibliotecario.  Además, las inercias de gobierno y la falta de seguimiento social permitieron negligencias como, por ejemplo, que en Jalisco no se hayan comprado libros en el último sexenio para surtir las más de 200 bibliotecas, compras que hubieran sido esenciales para los editores y libreros en pequeño y hubieran dinamizado el endeble sector.

Nunca es tarde y menos ahora que hay nuevos gobiernos, pues sería honroso resarcir las omisiones y dotar de atractivos a las bibliotecas, reactivar la adquisición de fondos con orientación y conocimiento e incluir en la compra a todas las editoriales independientes afincadas en Jalisco, que de este modo tendrían motivos para seguir publicando y alicientes económico justos. También deben hacerse valer las leyes y reglamentos actuales y plantear las modificaciones pertinentes. Y sobre todo, Jalisco debería contar con una Ley Estatal de Libro, como un beneficio social tan preciado como el agua corriente o la energía eléctrica.

[email protected]

JJ/I