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Desaparecer el instituto, atentar contra mujeres

La iniciativa para eliminar el Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM) parece más una tozudez que una medida dialogada y consensada. Para comenzar, ni el gobernador Enrique Alfaro Ramírez ni la titular de la Secretaría de Igualdad Sustantiva, Fela Pelayo; ni diputadas locales de Movimiento Ciudadano (MC) como Mirza Flores han logrado convencer a colectivos, especialistas y mujeres, precisamente mujeres, que tienen serios cuestionamientos a la decisión que promueve el Poder Ejecutivo. Además, los señalamientos provienen de grupos y luchadoras que, no de ahora o recientemente, sino de varios años atrás tienen una sólida trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres. Y que, añadamos, son combativas y ejercen su derecho a disentir.

Al interior del propio MC también existen perspectivas que difieren de la oficial o la que se empuja desde palacio de gobierno. Sólo que no todos o todas lo hacen público por disciplina partidista u otros intereses. Un ejemplo de quien sí difiere es la diputada federal de MC Martha Tagle, quien en el debate público ha externado que no está de acuerdo con la desaparición del instituto, pues la Secretaría de Igualdad Sustantiva “minimiza la necesidad de trabajar con enfoque transversal de género”, y advierte que ningún proyecto de gobierno será efectivo sin considerar a las mujeres.

Entre otros, en contra de la medida se han pronunciado institutos, grupos civiles, la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados, legisladores locales de partidos como el PAN, PRI y Morena, y la Comisión Estatal de Derechos Humanos dictó medidas cautelares al Congreso del Estado, que ayer dio la primera lectura a la iniciativa.

En redes sociales circulan argumentos en contra de la iniciativa de decreto. Por ejemplo, en carta dirigida a Alfaro y a los diputados locales que recolecta firmas en la plataforma change.org, se describen los acuerdos internacionales que respaldan la permanencia del instituto y se recuerda cómo nació este organismo jalisciense, con autonomía de gestión y presupuestal, con un nivel de decisión que lo ubica a nivel de gabinete de gobierno. Con independencia de la evaluación de su desempeño, indica la carta, la creación en sí misma del instituto “ha sido una política relevante para el adelanto de las mujeres en el estado de Jalisco”.

De ahí que, con razón, los colectivos consideren un desacierto que se apruebe la extinción de ese organismo público descentralizado, y “menos aún, que su desaparición se realice sin atender los reclamos de la sociedad civil, activistas feministas, academia, luchadoras sociales que han venido trabajando años con y por las mujeres, sin olvidar que por ellas existe el instituto”.

Una de las magias del lenguaje es que lo que no se nombra, no existe. Al desaparecer no sólo el instituto, sino además minimizar la palabra mujeres, para integrarlas a una Secretaría de Igualdad Sustantiva que atiende migrantes, indígenas, personas con discapacidad y mujeres, éstas se diluyen, se pierden, se invisibilizan en el discurso gubernamental. No se les da el lugar específico, necesario, importante, que han conquistado no como un favor sino tras luchas de décadas y en medio de un contexto agresivo, criminal, con sus derechos conculcados, lo que no puede permitirse.

Al salir en defensa del instituto, el texto referido advierte que “es un error privar de autonomía de gestión y presupuestaria a un órgano rector específico de las políticas públicas que busquen el adelanto pleno de las mujeres, que abatan las brechas de desigualdad y que erradiquen las violencias de género y el feminicidio”. La medida significa “un atentado contra las mujeres jaliscienses y sus derechos”.

Como lo ha destacado en distintas declaraciones, la iniciativa que envió Alfaro al Congreso del Estado podrá tener puntos positivos, como un aumento al presupuesto a las políticas públicas en defensa de las mujeres. El problema es que las críticas que ha recibido la decisión son demoledoras, sustentadas y precisas. De ahí que, a como va, la extinción del organismo sería más una imposición, avalada con una actitud política cerrada, de aplanadora, como en los viejos tiempos del priísmo.

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JJ/I