INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

La demencia digital

Hasta hace muy poco, psicólogos y filósofos occidentales daban por sentado que en el pensamiento humano subyacían los mismos procesos básicos, mientras que las diferencias culturales determinan aquello sobre lo que se piensa. Se suponía que las estrategias y procesos de pensamiento eran las mismas para todos. Sin embargo, esto también está obsoleto.

Las investigaciones realizadas por psicólogos como Manfred Spitzer muestran que quienes crecen en el seno de diferentes formas culturales no sólo piensan en múltiples conceptos, sino que en realidad piensan de forma diferente; lo cual viene a decir que el entorno y la cultura en que las personas desarrollan su vida afectan, e incluso determinan, muchos de los procesos de pensamiento.

Hoy vivimos el estrés digital, el cual es el aumento de los niveles de estrés causado por el alto consumo de los medios de información y de comunicación, de dispositivos electrónicos y el uso excesivo de las redes sociales. En 1960 las personas pasaban cinco horas diarias en los medios de comunicación. En 2011 le dedicaban el doble de tiempo y hoy en 2019 pasan más de 12 horas diarias.

Las personas visitan 40 páginas web diarias y cambian de una actividad a otra aproximadamente 36 veces por hora, es decir, realizan una actividad más de una vez cada dos minutos.

El doctor Spitz señala que el consumo de alcohol y nicotina ha retrocedido en la población juvenil, pero ha aumentado la adicción a los juegos en video y al Internet.

Médicos de Corea del Sur han señalado que registraron en jóvenes adultos trastornos de memoria, de atención y de concentración, así como superficialidad emocional y embotamiento generalizado. A ese cuadro clínico lo denominaron demencia digital. La experiencia de muchos jóvenes es que a mayor utilización de la red, más dificultad hay para concentrarse en la redacción de textos de extensión media.

Según la neurobiología, el cerebro está en una transformación permanente debido a su uso. Percibir, pensar, experimentar, sentir y actuar, deja detrás de sí las huellas de la memoria. Hoy se pueden fotografiar las sinapsis, o sea, el trabajo de las neuronas al realizar esas actividades. Sólo hay una cosa que el cerebro no puede hacer: no aprender. El tiempo empleado en los medios digitales también deja una huella.

La cultura juvenil actual se compone del mundo tangible del Internet. Funciones básicas de la intelección se han dejado de usar. Hoy el GPS señala cómo llegar a algún lugar. Las reuniones están grabadas en la agenda electrónica. En la nube se tienen música, fotos, videos, cartas, correos electrónicos. Eso de pensar por uno mismo, de memorizar, de reflexionar se ve como un error.

La reorganización del cerebro tiene lugar sólo cuando la persona presta atención a la señal sensorial y a la tarea. Así, pues, ahora sabemos que el cerebro que sufre distintas experiencias se organiza de forma diferente. Las nuevas tecnologías han mejorado, por ejemplo, el procesamiento paralelo, la sensibilización hacia los gráficos, que tienen profundas implicaciones positivas para su aprendizaje, las cuales son casi ignoradas por muchos educadores y sus padres.

El cerebro izquierdo está asociado con el pensamiento lógico y analítico; el derecho, con la intuición y la creatividad. Muchos de los empleos del futuro, según los expertos laborales, requerirán ser muy bueno para usar los dos hemisferios.

Las compañías de ahora requieren personal con experiencia en recopilación y análisis de macrodatos, y mentes creativas para hacer uso de todos los datos. Los empleos del futuro requerirán de habilidades híbridas, técnicas y creativas, porque los trabajos híbridos sólo los pueden desempeñar los humanos.

Los nativos digitales en la cultura están activos, conectados, acostumbrados a la velocidad, a la multitarea, a la fantasía, al mundo de recompensas y gratificaciones inmediatas de los videojuegos e Internet, y ellos encuentran lenta la educación de hoy, con todo lo bien intencionada y los valores que pueda tener.

[email protected]

JJ/I