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Estancias infantiles

La llegada a la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha implicado un cambio notable en la forma de gobierno; independientemente de si alguien es su seguidor o no, de si haya votado por él o por otro candidato, es evidente que no estamos ante un sexenio de más de lo mismo, tanto para bien como para mal. Aún es extremadamente temprano para decir cuál será el fin de esta historia (no han pasado ni cien días desde que tomó posesión) y los signos son, cuando menos, ambiguos e incluso, contradictorios.

Desde sus épocas de campaña, AMLO señaló que una de sus prioridades sería el combate a la corrupción, por lo que no sorprende realmente su decisión de empezar con uno de los símbolos más evidentes de ésta: el robo de combustible en Pemex. Quizá movido por el relativo éxito de esta atrevida campaña, AMLO inició otras de menor envergadura, pero en el mismo sentido; una de ellas tiene que ver con el Programa de Estancias Infantiles (PEI). Lo primero que debo decir es que, al empezar mi investigación sobre el tema, me llamó la atención lo discordante de las notas periodísticas; algunas encabezan sus textos diciendo que según el Coneval las estancias son un caso de éxito (arenapublica.com) mientras que otras dicen que tienen debilidades y deficiencias (noticieros.televisa.com) así que sugiero al lector acudir directamente a la fuente: https://www.coneval.org.mx/Informes/Evaluacion/Especificas_Desempeno2012/SEDESOL/20_S174/20_S174_Completo.pdf#search=estancias%20infantiles

Básicamente, el documento señala las fortalezas del programa, como una mayor integración familiar, el aumento en la probabilidad de conseguir un trabajo o permanecer en el mismo, un mejor desarrollo motriz y de las habilidades emocionales y sociales de los niños, así como de su nutrición. Por otro lado, se señalan algunos aspectos como la creación de incentivos negativos: el que las personas no aumenten sus ingresos u horas laborales para no perder el estímulo de las estancias; sin embargo, el balance que hace Coneval del programa es bastante bueno.

Por lo anterior, creo que es un error el cambio en el sistema de operarlo. Nuevamente, si uno se queda exclusivamente con lo que se dice en redes sociales, puede llevarse la impresión de que el gobierno quiere desaparecer dicho programa; no es cierto esto. Como mencionaba, la idea es hacer cambios en su mecanismo de operación dado que se encontraron casos de corrupción, como listados inflados de niños para recibir un mayor subsidio, o condiciones inadecuadas en las que se atiende a los menores; esto pese a que el “programa cuenta con un sistema de monitoreo eficiente”, según el Coneval.

El cambio consiste en que ahora el subsidio se otorgará directamente a los padres para que ellos elijan la mejor manera de gastarlos (de ahí la desafortunada frase de Urzúa sugiriendo que los abuelos se ganen ese dinero cuidando a sus nietos). En mi opinión esto generará una mayor dificultad administrativa para generar y controlar los padrones, también el hecho de que el apoyo se entregue en efectivo puede generar incentivos para que se gaste en otras cosas y no en la atención a los niños; esto pudiera evitarse si se dieran vales que sólo pudieran canjearse por el servicio de las estancias de la elección de los padres, pero es evidente que no funcionaría en el caso de los abuelos.

Otro problema es provocado por las diferencias geográficas en la concentración de los beneficiarios; si no hay un número elevado de los mismos, los dueños de las estancias infantiles encontrarán que hay poco estímulo para poner una en zonas de marginación; el que haya apoyos gubernamentales directos permite que sea menor la carga sobre el particular y, por ende, que sea más factible atender a personas que se encuentran en zonas de menor concentración poblacional.

Pienso que el gobierno debería ser más cuidadoso al momento de intervenir en programas sociales que sí son exitosos: no debemos tirar el agua sucia con todo y el niño.

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da/i