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Mis primeros guantes

El día que decidí entrenar boxeo, empecé a buscar guantes de boxeo. Como no sabía ni a lo que iba entonces empecé con unas guantaletas. Las guantaletas son más pequeñas que los guantes, no tienen el pulgar cubierto y el relleno es más ligero.

Las mías eran de piel, negras y con velcro.

Les pinté unas flores con marcadores de colores metálicos para darles un poco más de personalidad.

Después mi papá llegó con un par de guantes de agujeta que nunca usé porque no quería desgastarlos, tirarlos y olvidar el gesto. Mejor los almacené para que le los firmara una boxeadora.

Pero conforme pasó el tiempo y creció mi confianza en que quería boxear, debí buscarme unos guantes reales.

Lo recomendado para entrenar es usar guantes de 16 onzas. Yo sólo encontré de 12, bueno, fue para lo único que me alcanzó.

Fueron unos guantes rosas metálico con gris, de velcro. Eran la cosa más maravillosa para entrenar. Ajustaban perfecto a mis manos y se veían super padres a la hora de lanzar golpes a velocidad, o la velocidad más alta que yo alcanzaba en ese momento. Un par de puños relámpagos rosas (lo digo para darme ánimo).

Después un amigo me regaló unos en color dorado con negro, igual de fit para mis puños. Pero lo bueno no dura siempre.

Les digo, mejoré mi golpeo y con ello se fue desgastando el relleno de mis guantes. Lloré mucho cuando debí jubilarlos porque ya no absorbían el impacto de mis puñetazos. Creo que ya habían cumplido año y medio conmigo y supe que ya no funcionaban para mí porque un día acabé con los nudillos sangrados.

Entonces tuve que despedirme de ellos y comprar otros para proteger mis manos. Una no valora sus manos hasta que las ve lastimadas.

Así que compré unos Cleto Reyes, blancos con los colores de la bandera mexicana. Dicen que son los mejores del mundo y no es exageración. A pesar del poder del golpe, absorben el impacto y no se resienten ni los nudillos ni las muñecas. Eso sí, acostumbrarse a ellos me fue difícil porque mis manos son pequeñas y adentro caben otro par de manos como las mías para llenarlos.

Pero valen más unas manos sanas que cualquier incomodidad inicial.

Siempre hay que revisar que el relleno de espuma sea suficiente. Una capa muy delgada puede provocar lesiones y un mayor gasto, porque terminan por necesitarse otros guantes. Sí, el precio de un buen par es alto, pero poco si se compara con la frecuencia en que habrán de cambiarse y la importancia de que las manos se conserven intactas.

No por nada son nuestra mayor herramienta.

@AleczTrujillo

JJ/I