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La nueva Constitución y sus asegunes

El 5 de febrero, en la conmemoración del 102° aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y el gobernador del estado, Enrique Alfaro, se manifestaron sobre la necesidad de una nueva Constitución, federal y estatal, respectivamente. Sin embargo, aunque ambos coincidieron en abordar el tema, entre sus pronunciamientos se aprecia una diferencia abismal. Mientras que para el presidente la viabilidad de una nueva Constitución la subordina al desarrollo y consolidación de las políticas implementadas en su proyecto de la cuarta trasformación (4T), el gobernador del estado la considera casi un prerrequisito para llevar a cabo su proyecto de refundación.

En la dimensión federal el tema no es nuevo. El tema y el debate sobre el mismo se encontraban ya presentes en la década de los 90, entre los estudiosos de la Constitución, aunque la opinión dominante se inclinaba sobre la incorporación de reformas al texto constitucional y la negativa de su sustitución por una nueva Constitución. El tema volvió a tomar impulso con las discusiones relacionadas sobre la reforma del Estado, enmarcadas por la alternancia política y la llegada de Fox a Los Pinos. Ahora sabemos que tanto la pretendida reforma y la presidencia foxista fueron un rotundo fracaso. De nueva cuenta, en el fragor de la elección presidencial de 2006, al aceptar la invitación de Fox para presidir la comisión que organizaría los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, Cuauhtémoc Cárdenas, propuso aprovechar ambas conmemoraciones para promulgar una nueva Constitución. Unos meses después, Cárdenas presentó su renuncia “irrevocable” a la coordinación de los festejos, y el tema de la nueva Constitución cayó, otra vez, en el olvido.

En febrero de 2015, el obispo Raúl Vera, el sacerdote Alejandro Solalinde, el pintor Francisco Toledo y Javier Sicilia promovieron la Constituyente Ciudadana-Popular, cuyo propósito era elaborar una “nueva Constitución con el objetivo de refundar pacíficamente al país”. En octubre de ese mismo año, el colectivo Por México Hoy, con Cuauhtémoc Cárdenas, Alejandro Encinas y Porfirio Muñoz Ledo como figuras principales, hicieron un llamado para “la construcción de un debate nacional sobre la necesidad de una nueva Constitución”. Los convocantes coincidían en la evidente crisis de legitimidad del Estado mexicano y la imperiosa necesidad de impulsar la construcción de un nuevo pacto social. La obsolescencia del actual texto constitucional lo inhabilitaba para enfrentar la tarea de reconstrucción que el país demandaba.

Resulta difícilmente cuestionable la pertinencia de la idea sobre una puesta al día de la Constitución a nivel federal y estatal. La diferencia sustancial estriba en el procedimiento que sugieren ambos mandatarios. Alfaro considera a la nueva Constitución como “el primer paso para la refundación”, ya que ella permitiría “sentar las bases de un nuevo acuerdo social que será construido por todos aquellos que quieran participar en el proceso refundacional de nuestro estado”. Su planteamiento presenta varios asegunes. El principal es la creencia de que un ordenamiento legal modificaría de manera casi automática las relaciones sociales y políticas en la sociedad. Lo que demuestra la historia es precisamente lo contrario, que en tanto no se transformen las condiciones materiales –económicas, políticas, sociales– los ordenamientos jurídicos se quedan en el papel en que están impresos.

En contraste, en una perspectiva diametralmente diferente, el presidente Andrés Manuel López Obrador considera que la formulación de una nueva Constitución está vinculada a los resultados del proyecto de la cuarta transformación (4T). En su discurso de Querétaro, luego de manifestar que su gobierno se enmarca en la Constitución de 1917, declaró: “Nosotros buscamos una nueva transformación y correspondería tener una nueva Constitución. Pensamos, sin embargo, que no hay condiciones para hacerla, porque tenemos otras tareas que consideramos más importantes”.

En síntesis: combatir la corrupción, abatir la desigualdad, garantizar la seguridad, fortalecer el estado de derecho son tareas urgentes para construir las condiciones necesarias que otorguen viabilidad a una nueva Constitución.

@fracegon

JJ/I