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La dirección de Lengua y Literatura

Desde hace algunos días empezó a circular la información de los nombramientos del nuevo equipo de trabajo de la Secretaría de Cultura de Jalisco, encabezada por Giovana Jaspersen García, y fue notoria la falta de un solo nombre, el del responsable de la dirección de Lengua y Literatura. La ausencia de esta designación no hace más que fijar la atención en una administración que apenas empieza, pero que se ha mostrado receptiva a las propuestas (a principios de este mes se efectuó el primer foro Enfoques Culturales) y se dice “cercana” a la comunidad cultural, que busca la “construcción común” y que, además, se ha mostrado muy activa en términos mediáticos con un discurso de cambio en consonancia con un gobierno distinto a los dos partidos que han gobernado en los últimos decenios, máxime que se ha propuesto “la refundación de Jalisco”.

Los nombramientos tienen rasgos comunes que hasta el momento resultan positivos. Se nota un deseo de privilegiar la equidad, pues sin hacer cuentas se agradece la presencia de un número amplio de mujeres, y en términos generales los nuevos son jóvenes y sus currículos, si no abultados, son congruentes con la tarea a desempeñar. Por ello, el nombramiento del titular de Lengua y Literatura está precedido por un incesante redoble de tambores con la esperanza en un perfil profesional, culto, actualizado, sin conflictos de interés, que cumpla con las funciones sustantivas de fomento y difusión de las lenguas y literaturas de Jalisco en colaboración con todas las instancias ciudadanas, públicas y privadas, que están en la misma vía desde hace muchos años.

Altas expectativas tenemos y no deseamos lo visto antes: perfiles anodinos que fueron ogros en el puesto y cerraron puertas; los competidores desleales de los editores a quienes veían como rivales; los “magnánimos” coeditores con una o dos casas editoras y no con la diversidad; los que publicaban sin tener idea de cómo hacerlo bien; los que programaron siempre a su camarilla de incondicionales y magnificaban filias y fobias; los perniciosos dependientes del centralismo y del ex Conaculta (solo la literatura del ex DF les parecía literatura); los adoradores de las monografías municipales; los comprometidos con intereses ajenos… Ya no queremos de vuelta esos perfiles porque son abominables.

JJ/I