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El futuro a discusión

En la actualidad, mexicanas y mexicanos notables en los ámbitos de las artes y el deporte son reconocidos a nivel mundial. Es que el golf, el cine, la ópera, el ballet o la gimnasia, prácticas digamos no habituales o populares, incluso, en las que poco o nada ha invertido el Estado, son aquellas en las que los nacidos en este territorio han conquistado las mayores preseas y los títulos más altos a nivel mundial.

La constante de estas historias corre al margen de lo que oferta el Estado o a pesar de él. Pocos de estos casos han tenido contextos familiares privilegiados y en su mayoría se han tenido que valer de gestiones propias para conseguir becas o patrocinios privados más allá de las fronteras de este país. En más de un caso teniendo que derribar estereotipos de su propia disciplina como el caso de la golfista Lorena Ochoa o el de la gimnasta Alexa Moreno.

Hace unos días el tenor mexicano Javier Camarena hizo historia en el MET de Nueva York en la última función de La hija del regimiento de Donizetti, al bisar por séptima ocasión consecutiva el aria Ah! Mes amis, quel jour de fête!, convirtiéndose en “el primer cantante en ofrecer un bis en cada una de las funciones en la historia de una de las casas de ópera más importantes del mundo”. O el caso de Isaac Hernández ganando el premio más importante del mundo de la danza, el Prix Benois de la Danse, al que el gobierno mexicano lo presenta como orgulloso ejemplo de los talentos de este país.

Lo que es una constante es que en México las oportunidades de desarrollo son cortas, la educación artística sigue siendo un tema pendiente, pero sobre todo, la calidad de la misma. En estos días donde la información sobre las nuevas políticas de la Secretaría de Cultura federal ha sido escueta y confusa, el debate está más vigente que nunca para replantear cuáles son los desafíos que las políticas públicas en estas materias tienen que plantearse. La educación artística merece una mejor calidad, los procesos comunitarios y culturales requieren de tiempo y de un análisis que no se base en ocurrencias. El diálogo que plantea buena parte de la comunidad artística de este país no sólo es necesario sino urgente. La experiencia plural debe ser tomada en cuenta antes de plantear modificaciones desde los escritorios.

Sí, gran parte de la comunidad cultural de este país votó por Andrés Manuel López Obrador para presidente. Proponer un diálogo abierto es un ejercicio responsable de cada actor crítico que se asume como parte activa y fundamental del proceso de cambio.

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JJ/I