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El gran chiquero

De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero
Benjamin Franklin

Escuché hace días unas declaraciones del director del Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal), Iván Argüelles, confirmando prácticamente la pérdida de 603 millones de pesos de cuya inversión se conoció hace ya un par de años. Recapitulando: se supo del uso de los recursos del Ipejal para la compra de bonos de Abengoa –empresa española que ha tenido en México contratos para realizar diversas obras en las últimas dos décadas–, que tenían por objeto financiar el acueducto que conduciría el agua de la Presa El Zapotillo hasta la ciudad de León, Guanajuato.

Derivado de la resistencia de los habitantes de Temacapulín a que su comunidad sea inundada por las aguas de la presa, se supo que la obra no sólo estaba atrasada, sino que prácticamente no avanzaba. Así, se descubrió que la empresa ibérica se encontraba en graves problemas financieros y, poco después, se declaró en quiebra, con las previsibles consecuencias para los inversionistas que compraron sus bonos.

Así las cosas, Argüelles explicó que debido a la quiebra de Abengoa, el valor de aquellos bonos es de sólo 4 pesos, por lo que, al parecer, los 705 millones –monto de la deuda actualizada– se convertirán en una pérdida para el instituto, ya que el plan de pagos que estableció la empresa no se cumplió. Resulta inexplicable la decisión de la administración de Aristóteles Sandoval de tomar inversiones de alto riesgo, excediendo, además, el límite establecido para compra de bonos por emisión.

Argüelles señaló que el gobierno de Enrique Alfaro ya interpuso las denuncias correspondientes contra quien resulte responsable, ya que cuando se hicieron las inversiones en 2015 Abengoa ya mostraba signos de los conflictos financieros que la llevaron a finales de ese año a declarar la quiebra. Declaró también el director del Ipejal que preparan más denuncias de otras inversiones que presentan indicios de corrupción, particularmente la inversión en tres empresas donde se violó igualmente la ley.

Malos resultados

El alcalde de Zapopan ha presumido la reforestación del municipio con la siembra de, ni más ni menos, un millón de árboles; sin embargo, ni de casualidad se ve por ningún lado esa cantidad de plantas en la demarcación. Resulta que del total, sólo 300 mil arbolitos lograron sobrevivir, ya que no se cuenta, dicen, con recursos para cuidar y dar mantenimiento a todos los que se plantaron. ¿Cómo es posible que se hayan invertido recursos sabiendo que se morirían dos terceras partes de las plantas? Más aún, ¿desconocen el alcalde y sus colaboradores los alcances de la estructura y recursos humanos municipales para mantenimiento y conservación de los sitios en los que se llevaron a cabo las labores de reforestación? Es el colmo.

Estado de derecho

Será importante observar hasta dónde se llega en la puntual aplicación de la ley en éste y otros casos en los que a los funcionarios parece no importarles la pérdida de los recursos –privados, como los del Ipejal, que son de los trabajadores, o públicos, como en el caso de los árboles zapopanos– y que deberían recibir castigos conforme a lo que la ley establezca. Quienes tienen responsabilidad son los que autorizaron tomar esos recursos de los empleados del estado libre y soberano de Jalisco y los jugaron en una ruleta que ofrecía tan dudosos resultados. También los que alegremente autorizaron un proyecto de reforestación inviable.

Buena parte de los grandes problemas de México y de Jalisco podrían resolverse con el restablecimiento del estado de derecho. Que quienes tienen la obligación de vigilar que la ley se cumpla lo hagan y quienes deben sancionar a los que no la cumplen impongan las penas conforme lo establece. Sólo acabando con la impunidad podrá terminarse la corrupción. Así en ese orden.

@BenitoMArteaga

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JJ/I