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Qué oso con la carta a España

¿Qué hay detrás de la carta del presidente AMLO al rey de España solicitando que pidiera perdón por los agravios cometidos durante la Conquista?

Una de dos… o una tremenda ingenuidad diplomática o una acción premeditada para profundizar en una narrativa que divide a México.

Algunas de sus declaraciones parecen apuntar a la primera alternativa. En 2021 se cumplen 500 años de la Conquista y quizás estaba pensando en cómo aprovecharlo para crear una gran narrativa al estilo cuarta transformación. En su mente se imaginaba que en su sexenio se llevaría a cabo una “gran reconciliación de España con México”.

Pero resulta casi increíble pensar que AMLO no anticipara un rechazo tajante del gobierno español, que respondió que “la llegada hace quinientos años de los españoles a las actuales tierras mexicanas, no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

Y si ya sabía que le iban a decir que no, ¿tiene entonces en su agenda a estas alturas de la historia enfrentar lo mexicano contra lo español… incluir al conquistador español entre los etéreos y anacrónicos enemigos de su lucha junto con conservadores, neoliberales y fifís?

Hay tres razones por las que la carta de AMLO es, además de un error diplomático básico, un sinsentido cultural en pleno siglo 21.

Primero, porque la cultura mexicana es el resultado de la integración de las culturas prehispánicas con la cultura española… de la misma manera que el agua es el resultado de combinar hidrógeno con oxígeno. Ni el agua ni México existen si les falta alguno de sus dos componentes originarios.

Cuando México se independizó de España en 1821 ya no eran los aztecas separándose de los españoles, eran los mestizos y criollos que tenían una nueva identidad cortando el cordón umbilical con sus primos peninsulares por razones idealistas y geopolíticas. Tan sólo 15 años después, en 1836, la nueva República mexicana y la reina Isabel II de España firmaron el Tratado Definitivo de Paz y Amistad para “olvidar para siempre las pasadas diferencias y disensiones”.

Segundo, porque un porcentaje importante de los mexicanos tenemos historias familiares que nos vinculan a España. Ya sea que descendamos de mestizos de la era colonial o de emigrantes del siglo 20, los árboles genealógicos de España y México están profundamente entrelazados.

El propio abuelo del presidente, José Obrador, nació en Cantabria y emigró a México en 1917 donde conoció a su abuela Úrsula, descendiente de asturianos. En su visita a México en enero de este año, el presidente de España, Pedro Sánchez, regaló a AMLO el acta de nacimiento de su abuelo como símbolo de hermandad entre ambas naciones.

Tercero, porque España es un gran aliado de México. Hablando sólo en términos comerciales, España es el segundo país que más invierte en el nuestro sólo detrás de Estados Unidos… Nada menos que 6 mil 300 empresas españolas operan en México hoy.

¿Qué sentido tiene demandarle a uno de nuestros principales aliados que nos pida perdón por algo que sucedió hace medio milenio si no es para enfrentar y dividir? ¿Le vamos a pedir también a Donald Trump que pida perdón por la venta forzada de la mitad de nuestro territorio a Estados Unidos en 1848?

¿Por qué el afán de este gobierno de generar narrativas de confrontación? Si se quería aprovechar el hito de los 500 años de la conquista, ¿por qué no darle mejor un giro positivo y constructivo? ¿O eso es lo que quisieron hacer, pero realmente en ese nivel de torpeza están nuestras capacidades diplomáticas?

@ortegarance

JJ/I