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TV vs. YouTube

La televisión ha dado un giro que parece ser definitivo a favor del consumo bajo demanda. Netflix, HBO Go, Prime Video y en México, Blim y ClaroVideo son algunas de las plataformas de streaming que han penetrado en las pantallas de las audiencias.

En el caso de Netflix y Prime Video de Amazon, pasaron a ser sólo distribuidoras para convertirse en productoras de contenidos. En menos de 10 años, sus series y películas compiten por premios antes reservados a estudios con décadas de trayectoria.

Sin embargo, hay otro servicio de video que es distinto y más popular: YouTube, la página pionera de videos en Internet. En sus orígenes, fue utilizado principalmente para piratear contenido de la televisión tradicional y el cine. Pero poco a poco, se fue convirtiendo en una plataforma única, y a diferencia de los otros, floreció un espacio en el que los amateurs se profesionalizaron e innovaron con nuevos formatos de contenido.

Es decir, hay géneros televisivos que nacieron o se renovaron en YouTube: los videos de reacciones, los gameplays, los tutoriales, las reseñas, las secciones de viajes, el ASMR, etc. Se creó una nueva comunidad de creadores que podía mantenerse de la plataforma, surgieron celebridades millonarias y con ellas, legiones de fanáticos.

Pero hubo un punto en que la explosión creativa comenzó a cobrar factura. Así como florecieron canales de entretenimiento inofensivo, también ascendieron al estrellato youtubers que promovían teorías de la conspiración, reclutadores de grupos terroristas y promotores del odio. Sin distinciones, el algoritmo de YT dejó crecer y ser anfitriones de anuncios a todos los que mantenían los ojos cautivos, eso que los expertos en cultura digital llaman engagement.

En los comentarios de los usuarios se desató una guerra contra la civilidad: insultos y vejaciones, lenguaje de odio y hasta indicios de prácticas para satisfacer a pedófilos, como postear los minutos exactos en los videos en los que niños aparecen en posiciones comprometedoras.

Los creadores más populares empezaron a pagar muy caro cualquier error: comenzaron las desmonetizaciones, las cuentas en la lista negra que ya no eran promocionadas ni aparecían en búsquedas, los cambios en el algoritmo de recomendaciones, etc.

Apenas ayer, YouTube mostró que ha modificado su postura de laissez-faire: cerró los comentarios infestados de racismo en una transmisión del Congreso de EU en donde se discutían cuestiones relacionadas con supremacistas blancos.

YouTube cambió la televisión de muchas formas, pero ya no puede limitarse a ser sólo una plataforma de contenidos.

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JJ/I