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Los rebeldes ¿sin causa?

En el perfil de su sitio web se autodenominan como “una organización de masas conformada por los trabajadores de la educación democráticos del país, independientemente de la burguesía y su estado, del charrismo sindical y de cualquier organismo político, es decir, que no es propiedad de nadie más que de los propios trabajadores de la educación”.

Dicen que su causa es manifestarse en contra de todo lo que consideren que atente contra sus derechos y encontraron en Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Michoacán y Ciudad de México sus principales bastiones.

Sin embargo, por sus hechos, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se ha ganado otras referencias. Sus principios, que pueden ser legítimos y entendibles, están desdibujados porque, al paso de los años, se le ha identificado como la agrupación de las marchas, los plantones, los bloqueos y los paros laborales, de todo un ciclo escolar, si es preciso, en un sexenio y otro y otro. Tope donde tope, cueste lo que cueste.

En el camino pueden aparecer en cualquier otra manifestación, unirse a cualquier otro organismo o lucha, además de aprovechar las efemérides nacionales para extender sus banderas y mantas. Por eso es que ahora lo que se percibe es una disidencia de la que hasta se duda si es magisterial y si su interés central es la enseñanza y el alumnado.

No han dudado en recurrir a palos, piedras y violencia ante la resistencia a sus exigencias y así es como la CNTE ha sobrellevado su relación con los gobiernos en turno. A veces apoyando, a veces presionando, según sea el caso.

Así como fue como estuvo también muy presente en la campaña de Andrés Manuel López Obrador, quien les ofreció abrogar la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Así fue como, al grito de “¡Va a caer, va a caer, la reforma va a caer!”, el grupo, al que ahora el presidente dice que no entiende, consiguió curules en la Cámara de Diputados y en el Senado. Llegaron para levantar la mano y contribuir a una aplanadora legislativa.

La alianza marchaba, hasta que llegó la hora de discutir la nueva reforma educativa. Ahora, desde dentro y desde fuera está frenado el proceso.

Dicen que el presidente está incumpliendo sus compromisos de campaña con los cuales, es evidente, consiguió que esta fracción operara a su favor en las urnas.

La CNTE asegura que la reforma educativa del gobierno actual ya la enviaron a la congeladora y empezó una nueva temporada de movilizaciones y paros escalonados, que, advierten, puede llegar a la confrontación.

Oficialmente dicen que no, pero todo indica que quieren que las plazas regresen a su tutela, que la asignación de los lugares de trabajo no sea por concurso ni evaluación y que los recursos federales los administren sus líderes sin rendirle cuenta a nadie.

Ahí es donde toparon con pared. López Obrador primero los llamó rebeldes sin causa, luego les dijo que es hora de que revisen de qué va su movimiento y cuestionó si defienden una causa democráticamente establecida. Finalmente, también advirtió que no soltará ni el manejo de plazas ni el de la nómina y que puede federalizar la educación.

La posición de la CNTE es que seguirán con lo que bien saben hacer hasta que López Obrador se siente en la mesa con ellos para que se termine el doble discurso.

Al presidente le gusta la transparencia, así que también sería interesante que revelara ¿qué tanto incluye la factura que la CNTE le quiere cobrar?, ¿a qué se refieren exactamente con doble discurso?, y ¿qué negoció cuando todo acabe?

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JJ/I