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Presidencia imperial

Con fecha 4 de abril de este año, el senador de Morena Ricardo Monreal Ávila presentó una iniciativa para proponer la creación de una sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) como instancia judicial especializada con competencia exclusiva para conocer asuntos relacionados de corrupción. Se pretende aumentar cinco ministros a los 11 ya existentes para sumar 16 miembros.

En la actualidad existen dos salas especializadas: la primera, en penal y civil; y la segunda, administrativa y laboral. De acuerdo con la iniciativa, los cinco nuevos miembros integrarían la tercera sala especializada en anticorrupción: los nombramientos serían escalonados: dos durarían en el encargo siete años; dos por 12 años, y el quinto serían por 15 años (al igual que los sucesivos). Sus atribuciones tendrían que ver en asuntos de anticorrupción de funcionarios públicos y de particulares; en responsabilidad patrimonial del Estado y sobre resoluciones de Consejo de la Judicatura Federal (CJF) en materia de designación y remoción de jueces y magistrados.

No cabe duda que uno de los flagelos que más afectan el avance de la democracia y el desarrollo social de México es, junto con la delincuencia organizada y la inseguridad pública, la corrupción. Sabemos que el país sale muy mal evaluado por los organismos internacionales y nacionales especializados en calificar este rubro.

Para combatir este delito se han creado al menos dos instancias constitucionales: por un lado está el Sistema Nacional Anticorrupción (SEA) y por otro la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC). Sin embargo, deshacer un estigma que se viene arrastrando desde que México se erigió como nación, difícilmente se puede avanzar cuando lo que más está ausente es la falta de voluntad por parte de sus gobernantes y sus ciudadanos.

La premisa que caracteriza al gobierno de Andrés Manuel López Obrador es el combate a la corrupción. Sin embargo, su voluntad de atacarla se ve desacreditada con el “borrón y cuenta nueva”; esto es, por la impunidad con la que han sido beneficiadas las autoridades en gobiernos anteriores y no sean sometidas a las instancias judiciales correspondientes por su participación en casos evidentes de corrupción, a pesar del apoyo ciudadano, se terminará por desatender un problema de la agenda que originalmente condujo al triunfo electoral de AMLO.

Si se desea combatir la corrupción, se deberá articular las agencias anticorrupción que ya existen (SEA y FECC) para que cumplan su cometido. El Senado se ha negado a designar los 18 magistrados anticorrupción: el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa urgió al Senado a retomar y concluir el proceso de su designación, pero ha incumplido con su obligación constitucional.

En su lugar, Monreal pretende crear una tercera sala en el SCJN cuando las dos instancias anteriores no han entrado en funciones por falta de decisión y acuerdos políticos del Senado de la República. Es entendible que, a pesar de que AMLO y Olga Sánchez Cordero expresaron su desacuerdo en aumentar el número de ministros, tiene motivaciones políticas claras: con dos ministros ya en su bolsillo, cinco le sumarían siete ministros suyos.

Ese número no le darían mayoría, pero en 2021 el ministro Fernando Franco dejará su silla, con lo que ahora sí tendría 50 por ciento de los integrantes de la Corte y, con los amarres necesarios, podría también tener al presidente de ese poder (quien tiene el voto de calidad en caso de empate en sus decisiones).

La necesidad de controlar todos los poderes es una condición primordial para llevar a cabo la llamada cuarta transformación; de esta manera no hay fuerza ni poder público o privado, ni institución u organismo autónomo, que no estará sometido por al Poder Ejecutivo, mucho menos organizaciones de la sociedad civil, que pudieran funcionar como frenos o contrapesos del poder unipersonal. Estaríamos pasando a tener un ejecutivo federal con poderes supraconstitucionales; una verdadera presidencia imperial. El peligro ya lo dijo AMLO: “El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”.

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JJ/I