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Quinto Patio

Miles de imágenes del incendio del bosque La Primavera circulan por las redes sociales. Videos, fotografías y textos de vecinos de la Zona Metropolitana de Guadalajara dan cuenta de la frustración, alarma o azoro que se padece ante la quemazón del más importante recurso vivo que nos protege. Pero ante el cual las autoridades y los propios habitantes de la urbe han sido incapaces de prevenir y cuidar a ese enorme espacio verde que, si no lo depredan los desarrollos inmobiliarios lo acaban visitantes y hasta piromaniacos. Las enormes humaredas que se han observado esta semana, desde cualquier punto de la ciudad, son un mensaje de los graves daños que resiente el bosque. Van tres incendios espectaculares. Y falta lo peor del estiaje.

En las redes sociales ya hay quienes llaman a que los ciudadanos se organicen para, una vez extinguido el fuego, acudir a sembrar árboles, a recoger basura y a tratar de hacer algo por salvar la vida del bosque. Recordemos cómo en años anteriores se aprestaron vecinos de la metrópoli para intentar auxiliar o mínimo llevar agua a los brigadistas que combaten el fuego, conocedores de que el humo es sinónimo de muerte de especies no sólo arbóreas sino de la fauna. Lo negro del humo, las cenizas, la nueva declaración de otra alerta ambiental, la contaminación, las imágenes, generan una sensación colectiva de dolor. Sí, nos duele que sufra el bosque La Primavera.

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El periodo vacacional arrancó para todos parejos en el Congreso local, aunque hay muuuuuchos que tienen menos de seis meses trabajando. El término que usaron para justificarlo o encubrirlo fue que eran días inhábiles; entonces, por tanto, en resumen, nadie va a trabajar. Y esto sucede justo cuando el Ejecutivo sí fue claro de que los burócratas que tienen menos de medio año de labores no pueden disfrutar de vacaciones.

Pero una vez más, va de nuez, en el Poder Legislativo se las gastan para encontrar cómo hacerle para no trabajar o trabajar lo menos que sea posible. Hay que recordar que en Navidad acordaron que trabajarían en sus casas y que los diputados locales estarían supervisando. Y nada pasó, nada sancionaron. Y la actividad política sigue gozando de mala fama, por los que abrevan de ella y en ella.

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El alcalde tapatío Ismael del Toro ayer presumió: su administración es la que más se acerca a la paridad de género. ¡Quihúbole! Al dar a conocer sus avances para combatir la violencia hacia las mujeres en el municipio (que incluye que el acoso sexual callejero en Guadalajara se sancionará con multas que van desde las 10 hasta las 60 unidad de medida y actualización (UMA), es decir, entre 3 mil y 5 mil pesos, o arresto de 36 horas), el edil proporcionó datos: de 100 puestos directivos, 43 son ocupados por mujeres, y 259 jefaturas de diversas dependencias son encabezadas por ellas.

“La agenda de igualdad de género en la ciudad de Guadalajara y este proyecto para convertir a nuestra ciudad en una ciudad libre de violencia contra las mujeres es un esfuerzo de todos, el cual tiene todo mi compromiso personal, el compromiso de la administración”, dijo. A ver, mátenle esa. O más bien, ¿qué dicen el gobierno estatal, los otros municipios y los poderes Legislativo y Judicial? ¡Que se arme el debate! ¡Que llamen a Jorge R…! ¡Ah, no, perdón!

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En el desfile del 20 de noviembre regularmente los que presencian el acto cívico deportivo en Guadalajara suelen brindar aplausos a los bomberos. Que las palmadas de felicitación a partir de este año también sean para los brigadistas y bomberos forestales de numerosas dependencias. Se la rifan en difíciles condiciones. Demos nuestro reconocimiento a esos valientes, sugiere esta vecindad. Le cae al que no les aplauda. Que se asiente en actas.

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JJ/I