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Fabula la experiencia de clase en la ciudad

Sello. Con ironía y con un humor negro y directo que lo caracteriza, Ortuño le dio vida a una visión de la clase privilegiada que no es servicial ni admirada sino que se burla y la señala como parte de un sistema de corrupción que afecta de manera directa

Una de las novedades literarias más esperadas del año llegó por fin a las librerías del país: Olinka, de Antonio Ortuño, pone de manifiesto muchos de los demonios con los que convivimos en una ciudad como Guadalajara

La especulación inmobiliaria y la gentrificación, así como lo absurdo de las aristocracias tapatías, casi criminales, es parte de este libro en el que el personaje principal, Aurelio Blanco, convertido en una especie de vengador, hará hasta lo imposible por recuperar su puesto en la clase alta que lo adoptó y luego lo expulsó.

Como siempre, con ironía y con un humor negro y directo que lo caracteriza, Ortuño le dio vida a una visión de la clase privilegiada que no es servicial ni admirada sino que se burla y la señala como parte de un sistema de corrupción que afecta de manera directa a todo el país.

NTR. ¿Cómo decidiste hablar de esto en tu novela?

Antonio Ortuño (AO). Nací y he vivido casi toda mi vida en la parte poniente de la ciudad, donde este fenómeno de los años recientes, de las torres gigantescas por todos lados y los fraccionamientos amurallados es muy común. Hace unos años apareció un informe del Departamento de Estado en Estados Unidos, con un listado en el que un montón de empresas mexicanas eran relacionadas con el lavado de dinero, la mitad de ellos de Guadalajara, la mayoría asentadas en Zapopan, después de eso empecé a ver con ojos distintos ese fenómeno extrañísimo de las torres de lujo que se construyen y están siempre a medio habitar y a veces abandonadas, porque están completamente fuera de las posibilidades de cualquier persona común y corriente. Cosas que no corresponden al desarrollo económico que vemos y sentimos en la cartera los que vivimos en Guadalajara.

NTR. ¿Cómo lo relacionaste con el Dr. Atl?

AO. En una exposición de sus obras hace varios años en el Cabañas hice contacto con este proyecto de Olinka, me pareció que las dos cosas de manera irónica embonan: uno de los grandes artistas, complejo y controversial, que tenía esta idea utópica de la ciudad para artista y científicos en una construcción que resaltara el espíritu humano y que se quedó en el papel y la mente del artista, en contraste con estos proyectos que sirven básicamente para la especulación inmobiliaria. Ahí había una historia con la que podía jugar, esta manera en la que Guadalajara y México destruyen todas las utopías y las aterrizan de la manera más torcida posible en la realidad.

NTR. En algunas entrevistas se menciona que la ciudad que describes en el libro podría ser cualquiera de México, pero la historia del lavado de dinero en el país demuestra que no es así…

AO. Hay una cosa que tiene Guadalajara y que no es compatible con todo el país, es que las jerarquías y la aristocracia sí parecen venir desde el Virreinato, en otros lugares hubo una ruptura mucho más clara con la Independencia, la Reforma o la Revolución, con un movimiento de las élites, en Guadalajara parece ser la misma la que ha estado al volante de la ciudad desde siempre. Su historia como ciudad es muy paradójica en varios sentidos, por ejemplo, es una de las ciudades más conservadoras del país, pero se supone que fue ahí donde se abolió la esclavitud, una de las cunas de la Independencia, sin duda; se sabe desde hace años que es un paraíso para el lavado de dinero y que una parte importante de la economía local se mantiene todavía con ese dinero negro. Las familias de élite comienzan a actuar como verdaderas familias de la mafia, en el fondo es lo que despertó mi idea, mostrar esas familias que se presumen respetables y que pueden ser verdaderos criminales, esta idea de sobrevivir a toda costa para mantener su prestigio es propio de la mafia. De eso quería hablar.

NTR. Uno de los elementos más irónicos es el de la clase media, a la que describes aspiracional y despolitizada

AO. La clase media tapatía, pero la de todo México, es una clase media completamente desmovilizada, casi anti política y además terriblemente aspiracional; aunque sus ingresos sean los de la clase baja, aspira a colarse de alguna manera a las aristocracias, esto va muy de la mano de muchas de las catástrofes políticas que hemos vivido, la gente muchas veces no vive en su realidad económica y trata de subir individualmente llevándose entre las patas a quien sea. Aurelio Blanco juega con este arquetipo del justiciero, pero lo que quiere en el fondo es volver a formar parte de su familia política y esta vida maravillosa que le daba lo que quería sólo a cambio de obedecer ciegamente. Creo que es una historia de vida que refleja esa condición absolutamente sumisa de la clase media ante los poderes, pero sobre todo ante el dinero.

NTR. ¿Cómo ha influido este libro tu oficio como periodista en la ciudad?

AO. La experiencia personal de vivir en una ciudad es fundamental para poder escribir sobre ella, esta no es una ciudad de la que te documentes por una serie de reportajes o investigaciones, es una ciudad en la que has vivido toda tu vida y en la que has hablado con cientos y cientos de personas para conocer sus nociones, eso te da un campo de experiencia directa y una reflexión mucho más profunda. Es fundamental para un escritor, pero creo firmemente que la literatura opera donde no puede operar el periodismo, en la cabeza de las personas, en espacios a donde no llegan las grabadoras y donde es imposible sacar nada, porque no hay documentos y casi nunca hay testimonios, ahí entra la fabulación y registra otra cosa diferente. Un narrador, creo, tiene que entender e interpretar la realidad de una manera más compleja, sus observaciones y experiencias son importantes, pero el narrador tiene el derecho y el deber de retorcer la realidad.

NTR. ¿Qué era importante para ti evidenciar en tu novela?

AO. No quería escribir una novela costumbrista de Guadalajara sino jugar con muchos elementos de su realidad para construir algo que no es la realidad pero la evoca y la vuelve más sugestiva. En esos errores y horrores que cometemos nosotros hace todo rico, la versión de lo chocante y lo absurdo está en la raíz de las palabras que escribo, sus personajes y sus atmósferas: el humor tiene que ver con una construcción del lenguaje y de la realidad.

“La clase media tapatía, pero la de todo México, es una clase media completamente desmovilizada, casi anti política y además terriblemente aspiracional”

“Creo firmemente que la literatura opera donde no puede operar el periodismo”

“No quería escribir una novela costumbrista de Guadalajara sino jugar con muchos elementos de su realidad”

Antonio Ortuño, escritor

JJ/I