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Podcasts

La radio, cuya supervivencia estaba en tela de juicio a principios del presente siglo, está viviendo un resurgimiento a través del podcast.

Tiempo atrás, la tecnología acorraló principalmente a la radio musical con la masificación de reproductores portátiles de audio en formato digital, aparatos que después serían absorbidos por los teléfonos inteligentes, que además contaban con Internet móvil.

La disrupción de la industria musical fue particularmente dura para la radio, cuyo papel como pieza clave para la difusión de grandes éxitos ha ido en menoscabo.

Sin embargo, el destino y la necesidad de consumo de la radio hablada fue, por muchos años, una gran interrogante. Es claro que, independientemente del aparato del que provenga (radio, celular o bocina inteligente), no existe ningún indicio de que la población dejará de escuchar música. ¿Pero qué hay de las conversaciones y los monólogos mediados?

Algunos futurólogos que afirman que en menos de una década estaremos viviendo la revolución de los coches autónomos, se preguntan si el audio hablado se volverá menos relevante ante la posibilidad de tener la vista desocupada durante nuestros trayectos diarios. El transporte público sugiere que no necesariamente será así, pues, aunque algunos destinan su tiempo en la ruta para leer o jugar videojuegos, una buena parte sigue prefiriendo solamente llevar sus audífonos.

En otros mercados, el aumento en el consumo y la masificación del podcast no sólo muestra el gusto de los públicos por conversaciones e historias narradas, sino que tiene a grandes emporios periodísticos, como la BBC o el NYTimes, y a las plataformas de la tecnología, como Spotify y Apple, peleándose por la corona de este nuevo imperio tanto en países angloparlantes como a la caza de audiencias bilingües por todo el mundo.

En México, la historia es algo distinta. Si bien siempre ha existido radio alternativa, experimentos sonoros y contenido de calidad en el espectro radioeléctrico, es necesario reconocer que el mundo de los podcasts está infravalorado, lo que es triste considerando que, al eliminar los costos de transmisión y las barreras de entrada, hay posibilidades para una mayor diversidad de formatos y para cautivar nuevas audiencias.

Uno de los casos de éxito es Convoy Network, el cual es interesante también por su apuesta de modelo de negocios: a diferencia de otros servicios de podcast, el suscriptor debe pagar para escuchar los contenidos de Convoy a través de una aplicación propia.

Pero incluso en los programas gratuitos o financiados con publicidad, a diferencia de la radio, consumir podcasts requiere una mayor inversión económica por parte de las audiencias: deben tener conexión a internet a través de un teléfono, tableta o computadora. Con todo y ello, de manera anecdótica me parece que la audiencia que escucha podcasts en México está creciendo posiblemente a mayor ritmo del que lo hacen las producciones nacionales. Allí reside una oportunidad para crear contenidos propios y una industria local. Los oídos de muchos mexicanos están atentos.

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JJ/I