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Reducir recursos a medio ambiente, falsa austeridad

NECESIDAD. Jardel Pérez llama a impulsar un desarrollo sostenible que incluya a los más pobres de México. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

Los subibaja de los presupuestos públicos asignados al tema de la prevención y combate de incendios ilustran bien cómo no se ha sabido convertir la conservación de los ecosistemas, y sus servicios esenciales para la economía, en una política pública de alta prioridad, destaca el investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Enrique Jardel Peláez.

“Se habla mucho de prioridades de desarrollo económico, y parece que no importa que destruyamos toda la base material de ese desarrollo, si a final de cuentas estamos jugando a hacer el desarrollo; y podemos talar la selva, no le hace, pero vamos a tener un desarrollo turístico, o podemos acabar con el ultimo manglar, o podemos acabar con el ultimo pedazo del desierto sagrado para un grupo indígena; es parte de esa lógica, y entonces se pone en segundo lugar, o en el último lugar, a la conservación, y a la hora de que hay que tomar decisiones, y viene la asignación de presupuestos, son de los sectores que se mandan al último, y a quién le importa, cuando debería de haber capacidad para hacer las cosas bien”, señala.

De este modo, “son impunes quienes hacen las cosas ilegalmente, y los que la hacen legalmente, son los que reciben mayor presión, y hemos vivido, y lo estamos viviendo ahora, un año tras otro, que cuando se viene la situación de ajustar un presupuesto, siempre está en último lugar el sector del medio ambiente y recursos naturales, descobijan a las áreas naturales protegidas y todo lo forestal; ahorita se está hablando de políticas de austeridad, específicamente con las ANP (áreas naturales protegidas), pero ahí ya no podemos hablar de una política de austeridad: quitar lo poco que se tiene es matar la acción; ya no es austeridad, es llegar a un nivel en que no tienes medios para hacer las cosas”, advierte.

- No confundir, entonces; proteger el patrimonio natural es inversión más que gasto.

- Sí, bueno, ¿qué necesitas hacer? La gente que es dueña de bosques, como son las comunidades indígenas y ejidos, y particulares, tiene que vivir de algo, y si existen mecanismos que permiten compensar por el hecho de dejarse de explotar un área para preservar a una especie o para proteger la cabecera de una cuenca que provee agua a una ciudad o a la agricultura; hay que crear alternativas, que puedan diseñar programas de manejo, en los cuales van a estar produciendo, pero al mismo tiempo están conservando y para esto se necesita apoyo gubernamental, asistencia técnica, respaldo de la investigación; ¿quién invierte en este tipo de cosas o quién debería hacerlo? El gobierno, pero resulta que estamos recortados por todos lados (…) esa es la historia de la sierra de Manantlán, hay una tradición de colaboración entre comunidades, instituciones, academia, pero se empiezan a restringir las formas de apoyo, de financiamiento, menos dinero para la investigación y para la educación; no se da dinero para la protección de las áreas silvestres, no llegan subsidios para el pago por servicios ambientales y no se sustituye por algún otro esquema que sea creativo, todos reconocemos que hay problemas de escasez de recursos y al mismo tiempo se habla de combatir la pobreza y de buscar alternativas de desarrollo, pero todas estas cosas van vinculadas, y si se invierte en la conservación se invierte en el desarrollo social.

HAY INCERTIDUMBRE

Si se pretende resolverlo con negocios mineros y turísticos, “se crean situaciones difíciles o complicadas, porque pones en predicamento la conservación”. Añade Jardel Peláez que hasta ahora es incierto el camino que pretende tomar el nuevo gobierno, “pero si una de las cuestiones es que se mantenga la capacidad operativa de muchas de las instituciones gubernamentales, especialmente en el área de la conservación, pues están muy limitadas”.

- Además, no se debe olvidar que estamos ya inmersos en la realidad del cambio climático.

- Sí, claro, estamos cada vez en una situación más crítica, porque no es sólo un cambio en el clima, lo que estamos viendo del cambio ambiental global, la verdad tiene otras dimensiones, de la que una de las cuales es la pérdida de diversidad, otra es el uso del agua y el agotamiento de las fuentes de agua, vinculado a una serie de cambios, que a final de cuentas tienen un efecto sinérgico, multiplicado, entonces ahora hablamos de conservar el hábitat o de mejorar la productividad de nuestros bosques, pero sosteniéndolos en sus servicios ambientales; pero lo que estamos viviendo primero son problemas con el clima, por ejemplo, este año será muy caliente, muy seco, tenemos problemas en muchas áreas boscosas, de mortalidad de árboles, en lo cual se mezcla el efecto de sequía con el ataque de insectos, de hongos y de otras cosas que causan enfermedades, y al mismo no hay dinero para prevención y combate de incendios, son recursos muy limitados.

- Sin olvidar que históricamente el peso del gasto federal es mayor que el estatal, pero parece trastocarse y dejar a los estados buena parte del problema.

- Claro, y se ha tenido mucha más capacidad operativa cuando se dan de forma complementaria, hay buenas experiencias, mesas de trabajo que ya se venían desarrollando, un aprendizaje, pero de repente llegas a un momento de incertidumbre, viene una acción, y nos dejan bastante preocupados, porque el tema de los dineros no se ve muy alentador; ojalá no se esté lamentando cuando llegue la temporada de lluvias, si los incendios no se enfrentan con éxito, será mucho más desastrosa…

- ¿Es medular que el gobierno federal defina claramente apoyos presupuestales?

- Así es, porque sí se están haciendo cosas en este momento en el gobierno estatal, pero parece que ese es uno de los problemas históricos, que de repente, funciona el gobierno federal y no el estatal, o funciona el estatal, pero no el federal; ya se venían creando una serie de cosas, trabajo, cooperativas, herramientas conceptuales y metodológicas para planificar mejor las acciones de manejo del fuego, y estamos sin saber con lo que contaremos cuando tenemos una perspectiva bastante difícil para esta temporada de incendios.

Insiste: “Parece que la gente no entiende que esos servicios ambientales son el aire que respiramos, son las condiciones del clima en que vivimos, y que determinan, desde la salud de los humanos, hasta la productividad de los cultivos (…) a final de cuentas estamos hablando de sostenibilidad, la naturaleza es la base de nuestra sociedad material: en todo lo que usamos, todo lo que comemos, en la salud, en el nivel de vida. Es también un tema de combate a la pobreza, porque el desarrollo sostenible es justamente desarrollo a largo plazo que necesitan los más pobres de este país”.

 

“Ahorita se está hablando de políticas de austeridad, específicamente con las ANP, pero ahí ya no podemos hablar de una política de austeridad: quitar lo poco que se tiene es matar la acción”

Enrique Jardel Peláez, investigador de la UdeG

El dinero

El Inegi ha calculado la necesidad de reinvertir 4.3 por ciento del producto interno bruto (PIB) para restaurar el medio ambiente de México. El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático le puso números: hay que invertir 10 mil millones de dólares anuales (200 mil millones de pesos) entre 2018 y 2030 para detener el aumento de temperatura en 1.5 grados, y conjurar lo peor de lo que viene

 POR LO QUE PASA. Pedro Metrallas reconoce que su trabajo demanda muchos cuidados.

Fuego en los bosques, una lucha generacional

Le dicen Pedro Metrallas, pero sus apellidos “cristianos” son Gutiérrez Camacho. Nació en el poblado de La Primavera y es hijo y nieto de moradores de esa comunidad, y que como él, se han dedicado a cuidar la floresta que sustenta la vida campesina y urbana de los alrededores.

“Tengo 35 años dedicado al combate de incendios; esto viene de familia: mi abuelo Pedro Gutiérrez  Gómez fue combatiente, mi padre Pedro Gutiérrez Vargas fue combatiente, yo soy combatiente, y mi hijo Saúl Alonso Gutiérrez Pérez, también es combatiente (…) ellos se dedicaban al carbón, mi abuelo en particular, y pues tenía que cuidar su fuente de vida, su fuente de trabajo, y por eso se metían al combate de incendios”, señala durante un breve descanso en medio de una temporada que ha sido “bastante movida” para los brigadistas, con fuegos recurrentes en el área de protección de flora y fauna.

“Mi abuelo me platicaba muchas experiencias que tuvo en el combate de incendios, y me decía cosas que ellos fueron aprendiendo a la vez, a través de cada combate, y me pedía que me cuidara mucho (…) ahora es diferente, tenemos preparación, personal capacitado y equipos profesionales de primera generación, la cosa se hizo muy profesional”.

Los ancestros no salían prácticamente de la zona. Don Pedro ha ido a lugares tan distantes como Chile o Canadá, donde los bosques son menos diversos, pero el territorio forestal se extiende en regiones más amplias y con menor presencia de comunidades humanas. Ello deriva de que los programas de capacitación son ambiciosos, pero además, hay un reconocimiento internacional al buen nivel de los combatientes mexicanos.

“El comportamiento del fuego es el mismo en cualquier parte del mundo; ahora tenemos el problema del cambio climatológico, y los incendios son mucho más agresivos, peligrosísimos para el personal; por ejemplo, el viernes (12 de abril) nos atrapó el fuego a los tres oriones, los oriones son los camiones motobombas en que además se transporta gente y equipo; íbamos siete personas en los camiones, por la subida a Planillas, y sí nos la vimos muy dura…”.

- ¿Y cómo fue que lograron salir?

- Es que tenemos una bomba de alta capacidad de agua, de alta presión, y nos apoyamos en los equipos para poder salir de esa situación, pero sí estuvo peligroso. Es ya el cambio climatológico, los vientos son muy fuertes, son muy secos, la temperatura es muy alta, y es que tenemos la culpa nosotros, los humanos, de esto que está pasando, por la emisión de gases de efecto invernadero, y pero también hace falta más cultura para que nuestro ejidatarios, los agricultores, que tengan más cuidado: las quemas hacerlas a temprana hora, y avisar, dónde van a quemar, para tener nosotros un control, o inclusive a ellos apoyarlos,  pero no informan nada, son muy cerrados, y ya ves lo que provocaron en esta ocasión.

No es fácil el trabajo. Los lienzos y las mallas son cada vez más comunes en los bosques, y se cortan los accesos, lo que hace perder tiempo. Además, la recurrencia de fuegos es muy alta en la temporada: mal se apaga un foco cuando surge el siguiente, lo que implica un fuerte desgaste.

Don Pedro es honesto cuando dice: “Yo no le recomiendo a nadie, a nadie en lo personal, que se meta a esta profesión; esto es porque te nace, estar aquí de combatiente es porque te nace, es porque te gusta, pero para una persona que quiere ganar sueldo y estar bien económicamente, pues no, esto es de riesgos y demanda mucho celo, mucho cuidado”.

“Yo no le recomiendo a nadie, a nadie en lo personal, que se meta a esta profesión; esto es porque te nace, estar aquí de combatiente es porque te nace”

Pedro Gutiérrez Camacho, combatiente

JJ/I