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Monstruo ¿vengador?

Tres millones de boletos vendidos para las primeras funciones, más de 6 mil pantallas y ser trending topic por días en las redes, hacen histórica a Avengers: Endgame (cómanse esa enemigos del capitalismo salvaje). Si mueren Iron Man, Thanos y Black Widow, es lo de menos. Si se lee el contenido de la historia con otro punto de vista, se le puede dar una dimensión diferente. Lo que el Universo Cinematográfico de Marvel ha hecho es potenciar la visión multicultural de sus héroes, los hay de todas las razas y el acto simbólico de dar el escudo de Capitán América, un soldado estadounidense que encarna los valores americanos fundacionales, a Falcon, un personaje afroamericano, algo que en términos políticos vuelve a reconciliar a los dos grupos étnicos en eterna pugna y llegan al momento políticamente correcto como lo hizo la Academia al entregar el premio a Green book, como la Mejor Película, aunque no lo fuera: se premió el discurso reconciliador y buena onda de la historia protagonizada por un italo-americano y un afroamerciano.

Si algo va a explotar Disney, más por un asunto de mercado que cultural, será el empoderamiento femenino. En Avengers:Endame, las heroínas hacen un frente en medio de la batalla final contra Thanos, lo hicieron obvio. A la empresa especializada en hacer princesas, coronó así a las chicas, también en lo políticamente correcto. La cinta es una retahíla de los valores familiares: Tony Stark se retira para cuidar de sus hijos, Hawkeye trata de mitigar con una incontenible violencia la pérdida de su familia, la condición de mujer empoderada de Black Widow la hace decidir sacrificarse por la causa, la relación fraterna entre Iron Man y Spiderman se sublima, aceptar las diferencias, conciliarlas, es lo que simboliza Hulk al fusionarse con Bruce Banner, lo que habla de poner en control al monstruo interior, hoy tan de moda en el discurso buenista.

En síntesis, aunque suene a lugar común, Avengers: Endgame fortalece creencias y valores occidentales. Se construyó como homenaje a los héroes que luchan y se sacrifican por nosotros -idea extraída de la cultura americana de enaltecer a las fuerzas armadas- o nos inspiran, como sucede con el cameo de Stan Lee, con un fondo musical de Elvis Presley y un saludo al ejército.

Estamos ante el fin de una era. El final de Avengers y Star Wars coincide con un Disney convertido en monstruo, que en México, por ejemplo, busca el Top Ten de las cintas más taquilleras en la historia. En un año, más de la mitad del entretenimiento será creado desde una empresa, monopólica sí, arrasadora, también, constructiva, quién sabe. Se acabó la inocencia y llegamos a un mundo nuevo, donde los recuerdos de las nuevas infancias, ya no serán como eran. ¿Este monstruo, de qué se va a vengar?

EH/I