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Cacería de brujas

La ley debe ser como la muerte que no exceptúa a nadie
Barón de Montesquieu

La realidad es que no hay una sola de las mañaneras del presidente en que no cometa alguna imprudencia, un desliz o un tropezón que sorprenda e indigne a la mayoría de los mexicanos.

El enconado comentario de AMLO en contra del periódico Reforma, por ejemplo, resultó desmesurado e inoportuno en la voz del jefe de Estado. Las consecuencias no se hicieron esperar: las hordas de vandálicos seguidores del mesías tropical arremetieron contra el rotativo y su director editorial, Juan E. Pardinas, quien recibió incluso amenazas de muerte y contra él y su familia.

Resulta inconcebible que en medio del clamor social para que la autoridad frene la violencia en general, y en particular la desatada contra periodistas y comunicadores –que cuentan ya entre sus filas varias decenas de muertos y desaparecidos sin que se haya hecho nada efectivo para protegerlos–, Andrés Manuel López Obrador azuce a su fanaticada para que se lance con total desenfreno en contra del medio y su personal editorial.

Lo que comenzó como una mera campaña de descrédito a través de los mecanismos de Internet –léase redes sociales y demás artificios digitales–, cuyo uso entre los asesores de AMLO es más que eficiente, pasó a la posibilidad real de que las cosas se salgan de control y terminemos con una nueva tragedia que lamentar. Tanto es así que organizaciones internacionales de periodistas –Article 19, por ejemplo– han criticado la postura del presidente y exigido a las autoridades que brinden protección a Pardinas y su familia.

Sin embargo, López Obrador ha continuado estigmatizando al periódico en sus apariciones matutinas e insiste en azuzar contra los medios cuando señala “si se pasan (los medios), ya saben lo que les pasa, no soy yo, es la gente”, con lo que lanza a sus jaurías al vandalismo y la violencia.

 

Compadritos

En medio de todo este lío, Reforma ha mostrado de qué está hecho y denunció en sus páginas que la empresa de Miguel Rincón –compadre de AMLO e integrante de su consejo asesor empresarial– ganó la licitación para venderle ni más ni menos que a la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito un montón de toneladas de papel.

El viernes 26 de abril, López Obrador señaló en su cotidiana mañanera que ante la imputación de Reforma, pedirá que se cancele el contrato de forma legal ya que, dijo, ellos –él y su camarilla– son honestos. La forma legal de deshacerlo será, seguramente, mediante el pago de una cuantiosa penalización por romper el compromiso firmado, lo que dejará al compadrito presidencial forrado de billetes y sin siquiera mover un dedo.

Aún hay más

López Obrador no detuvo ahí sus esfuerzos por confrontar y polarizar a los mexicanos. En otra de las mañaneras invitó a la ciudadanía a denunciar a sus vecinos que tienen dinero. Si tiene carro nuevo, se cambió, digamos, de (las colonias) Doctores a las Lomas, trae ropa de marca y demás señas similares, seguramente es corrupto, entonces, llame y denúncielo para investigarlo. Una auténtica cacería de brujas de todos contra todos, como sucedió en la Cuba de los 70 cuando muchos fueron presos sólo por no caerle bien a su vecino.

Pero hay karma y AMLO ya tiene la primera denuncia: a través de unas fotos difundidas en redes sociales, en las que se ve a sus hijos metiendo sendas bolsas con artículos de costosas marcas en lujosas camionetas adquiridos en famosa tienda fifí de la CDMX. Por esos presuntos corruptos debería de empezar.

Colofón…

La actitud despectiva del gobernador Enrique Alfaro hacia el evidente feminicidio ocurrido a las puertas de Casa Jalisco sólo demostró que su disculpa, arrepentida y contrita, ofrecida a los colectivos que defienden los derechos de las mujeres, fue más falsa que una moneda de 3 pesos.

@BenitoMArteaga

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JJ/I