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Ruth Gingsburg y Anita Hill

Las vacaciones sirven para retomar lecturas y películas relegadas. Este receso aproveché para ver tres cintas rezagadas: La confirmación (Confirmation, 2016) expone los acotamientos de la designación de juez en la Corte Suprema de Estados Unidos (USSC) en 1991, nominado por George H. W. Bush para ocupar la silla dejada por el primer afroamericano en ese poder, Thurgood Marshall, por otro del mismo grupo étnico: Clarence Thomas. Sin embargo, su nominación no estuvo exenta de polémica debido a que, como ocurre en aquel país, el FBI entrevista a quien haya tenido contacto profesional con el nominado.

Entre los entrevistados estuvo una ex colaboradora, Anita Hill, quien fuera advertida de la obligación de ser veraz de sus dichos. Anita nunca tuvo intención de revelar la conducta de Thomas (salvo algunos cercanos), por lo que se vio obligada a informar del acoso sexual del que fue objeto por el ahora miembro de la Corte cuando fue su subordinada. No obstante la acusación, fue designado como miembro asociado de la USSC con la votación más cerrada de la historia: 52 a favor y 48 en contra.

La película, de 110 minutos, pormenoriza las presiones de que fue objeto Hill por hacer público algo ocurrido mucho antes de #MeToo y su caso dio lugar a que otras mujeres buscaran cargos públicos luego de conocer su comparecencia ante el comité senatorial (presidido por el entonces joven senador Joe Biden). Al menos dos libros son recomendados para quien desee más información: Aún creo en Anita Hill (2013), editado por Amy Richards y Cynthia Greenberg, y una serie de ensayos editado por Toni Morrison, quien también hace la introducción: Race-ing justice, en-gendering power. Essays on Anita Hill, Clarence Thomas, and the construction of social reality (1992).

Las otras dos películas son sobre otro miembro del USSC: Ruth Bader Gingsburg, pero en condiciones diametralmente opuestas a la de Thomas. La primera cinta, Una cuestión de género (On the Basis of Sex), de 2018, presenta la vida de la segunda mujer designada para el mayor cargo en el sistema de justicia norteamericano. El filme narra las dificultades, rechazos y esfuerzos de la protagonista para sobresalir en el mundo de los abogados, dominado por hombres, siendo ella mujer, madre de familia y judía.

La segunda, RBG (2018), es un documental biopic nominado al Oscar en dos categorías, y que dio lugar a un movimiento en redes que la convirtió en una especie de superheroína e inspiración para los jóvenes milenial. También Notorious RBG (título en homenaje al fallecido rapero Notorious B.I.G.), libro ilustrado por Irin Carmona y escrito por Shana Knizhnik, donde se recoge el fenómeno actual de la señora Gingsburg.

Lo que ambas cintas exponen es que, con su inteligencia y valor, la señora Gingsburg no sólo destacó, paso a paso, en un entorno profesional adverso: a pesar de ser la mejor de su generación en la carrera no fue contratada por ser mujer y percibió la mitad de sueldo como catedrática en la universidad debido a que “su esposo era un abogado exitoso y podía mantenerla”. Una mujer diminuta de 1.5 metros, actualmente de 85 años, pero de un carácter inflexible y una inteligencia privilegiada, cuando fue nominada por Bill Clinton en 1993, Gingsburg ya se paseaba en el edificio de la USSC donde dio batalla para intentar cambiar las cientos de leyes discriminatorias basadas en el sexo.

Las tres películas muestran dos caras de la misma moneda: aunque las mujeres han venido ocupando cada vez más espacios legalmente reservados exclusivamente a los hombres, fundadas en leyes injustas, al mismo tiempo revelan que las conductas agresivas y de odio por motivos de género no se resuelven exclusivamente con la legislación. Es necesario un cambio profundo en nuestra mentalidad machista (en hombres y mujeres) a través de la educación. Tal como la guerra perenne de Gz ingsburg: peleando batalla tras batalla.

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JJ/I