Recuerda la ‘resurrección’

Alberto Guerra inició su carrera como técnico en 1978, con apenas 34 años de edad para dirigir a un alicaído Atlético Potosino siempre más preocupado por salvarse del descenso que de aspiraciones más altas.

Cuando se le propuso dirigir a Chivas para la Temporada 1982-83, recibió un equipo que un año antes había concluido en la posición 17 de la tabla general con apenas 27 puntos de 76 posibles. Su misión era clara: que el Rebaño recuperara su grandeza. En su primer torneo clasificó en séptimo lugar y fue subcampeón.

Guerra habla de cómo reconstruyó un equipo en ruinas.

“Había un buen plantel y una buena cantera. Había una especie de interrogante, yo venía de dirigir cuatro años a un equipo chico, y me ofrecen un año de contrato como diciendo: ‘a ver cómo nos va’, y las cosas resultan bien, jugamos una Final y eso me dio credibilidad.

“A lo mejor fueron las circunstancias, la actitud de convertir algo malo en algo bueno. Nosotros los matamos en la pretemporada, tenían ellos una base vigorosa porque tuvieron actitud para entrenar tres veces al día en Mazamitla que nunca lo habían hecho”.

Después, se jugaron dos finales más, y la tercera fue la vencida al ganar en la Temporada 1986-87.

“Tuvimos esa seguidilla de clasificar, de arañar el campeonato, y hubo la paciencia en la dirigencia hasta que se dio. Eso quizá fue el estímulo de alimentar el proceso de cosas buenas que le sucedían al equipo”.

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