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Escritura para la crítica

Autor. Joaquín Peón Iñiguez ha vivido ya diez años en la ciudad y se dedica de tiempo completo a la escritura y a la academia. (Foto: Especial)

Observar el mundo con perspectivas distintas y luego escribirlas para seguir observando es parte importante de lo que define la narrativa de Joaquín Peón Iñiguez, autor de entre otros el libro Ciudad pantano: parodias y esperpentos (Paraíso Perdido, 2002).

El escritor mexicano, que ha vivido ya diez años en la ciudad y se dedica de tiempo completo a la escritura y a la academia, entiende el oficio de escribir como una forma de hacer crítica y así observar todo a su alrededor.

En una nueva forma de ver este trabajo, más desde la empatía, está escribiendo su siguiente novela en donde los personajes son adolescentes, como sus alumnos, y se enfrentan a todos los cambios de su personalidad a la par de las exigencias sociales a las que se les somete.

NTR. ¿Cómo te acercaste a los libros por primera vez?

Joaquín Peón Iñiguez (JPI). Tuve la fortuna de nacer en una casa llena de libros, entonces siempre hubo ahí un impulso morboso, curioso por esos objetos que tapizaban las paredes. Fui lector: los libros de Michael Ende, de Green, de Perón, de Francisco Hinojosa. Luego, cuando llegué a la secundaria, quise formar una banda de rock, pero como baterista fracasé rotundamente, sin embargo, escribí un centenar de canciones. Ahí me seguí de largo.

NTR. ¿Qué búsqueda continuó desde entonces en tu carrera?

JPI. Mi búsqueda en la literatura es indisociable de la crítica, encontré ahí otro soporte para seguir llevando la contraria porque la vida misma no me alcanzaba. Desde entonces ahí ando buscando sentido. Siempre he tenido hambre de vida y de experiencia y en ese momento de mi vida entré al rock por canciones de carreteras y demonios, qué sabía yo de eso… ahora sé un poco más, pero entonces como un chico de la Ciudad de México, que no podía salir libremente a jugar, los libros fueron mi puerta de entrada a todo esos mundos otros. Luego escribir de ellos de formas en las que probablemente no le habrían gustado a la tutora de la escuela.

NTR. Y no paraste.

JPI. No paré, creo que es lo único en lo que he sido disciplinado en la vida. Desde entonces, desde los 15 años, escribo casi todos los días según lo permitan los tiempos, por lo menos un par de horas. Es algo de obsesión, pero también un oficio de tiempo completo que implica estar atento a todo, tener una curiosidad sin fondo, el mundo es todo el tiempo estimulante, uno intenta ahí humildemente decodificarlo y luego codificarlo de vuelta en la propia escritura para contar una propia versión de la realidad.

NTR. ¿Cómo se fue transformando tu visión de la crítica y de lo necesaria que era?

JPI. Por varios años hice una crítica muy volcánica, muy histérica, con un tono agresivo, iracundo, no necesariamente con los mejores argumentos, a veces escribiendo desde el sentido común, aunque siempre con esa voluntad crítica; en esos tiempos vine a Guadalajara y trabajé para la revista Replicante como editor de textos de periodistas y escritores de muy distintas perspectivas, algunos polémicos como Bartra o González de Alba, fue una educación para ser crítico y es una búsqueda que no termina.

NTR. ¿Ahí llegó el humor en tu escritura?

JPI. Pensé que con el humor podría ser crítico conmigo mismo y ver ahí reflejados los horrores del mundo. Me aferré a la idea de que la risa libera y escribí estos libros de parodias inspirado en un libro inspirado en el de Cabrera Infante. Fue un paso transitorio, pero la crítica es una pregunta que cambia con cada libro, ahora estoy intentando ejercer la crítica más desde la empatía, desde la compasión, humanizar a la gente rechazada por la sociedad y sigo preguntándome cómo ser lo mejor posible.

NTR. ¿Por qué la crítica es tan importante para ti en la escritura?

JPI. Foucault decía que la crítica es el precio de no ser gobernado, no a este precio, no de este modo, y una búsqueda de ser yo mismo, no por los discursos que tenemos introyectados, luego está esta idea de preguntarnos cómo sería el ideal, la crítica no es sino el anhelo de un mundo mejor, creo que de ahí viene. Las personas que ejercemos la crítica, aunque podamos caer pesados a veces, realmente tenemos en anhelo de un mejor mundo.

NTR. ¿Qué estás escribiendo como resultado de estas reflexiones?

JPI. Gracias a mi trabajo estoy cada vez más cerca de los adolescentes y sus preocupaciones, ahora por eso estoy trabajando en una novela que habla sobre sus personalidades transitadas por los conductos sociales que los oprimen… desde que los conozco entiendo que hay otras formas de entenderlos y para mí es importante ahora hacerlo con sensibilidad, incluso desde la ternura.

Radiografía

Lugar para leer: “Como vivo en la colonia Seattle, voy mucho a leer al Camellón arbolado, que es la prueba de cómo unos cuantos árboles cambian la zona”

Los últimos libros que leíste: Restauración de Ave Barrera, El pequeño monje budista de César Aira y La fosa de agua de Lydiette Carrión

Series que ves: Game of thrones en HBO y After life en Netflix

Elementos necesarios para hacer crítica: “Autocrítica, humildad incisivo sin lugar común tener muchas perspectivas”

“Pensé que con el humor podría ser crítico conmigo mismo y ver ahí reflejados los horrores del mundo”

"La crítica no es sino el anhelo de un mundo mejor”

Joaquín Peón Iñiguez, escritor

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Autor. Joaquín Peón Iñiguez ha vivido ya diez años en la ciudad y se dedica de tiempo completo a la escritura y a la academia.