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Aranceles o cañones

A la guerra comercial entre EU y China, la tropezada visita de Trump a Japón, la disputa de poder militar de los propios norteamericanos con Rusia y sus crecientes disputas económicas con Europa occidental, se agrega la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas y hasta su negativa a interactuar con el equipo negociador mexicano.

Podríamos centrar esta nota en nuestra molestia ante el desquiciado de Trump. Sin embargo, el problema es más complejo.

En el entorno internacional, EU pierde el liderazgo económico que comenzó a adquirir a fines del siglo 19. En el plano tecnológico, como balance, ya no está tan claro que la economía norteamericana esté más desarrollada que la china; en el automotriz, hace ya rato que quedó rezagada ante los japoneses; en la armamentística, los rusos tomaron la delantera; en nivel de vida y desarrollo humano, los escandinavos están por encima; en términos de cuidado ambiental, junto con un gran desarrollo industrial, los alemanes están una posición privilegiada.

¿Qué hace entonces? Por una parte, siguen desarrollando algunos sectores de altísima tecnológica en robótica, biotecnología y procesos industriales específicos, pero ya no con una preponderancia generalizada. Es un país convertido en una economía de servicios, aunque en la financiera los británicos y suizos también le quitan buena parte del pastel

El problema es que, con el cambio tecnológico, cada vez más esos sectores han desplazado su producción hacia países como México. En el mundo ya se dividen los países pobres y ricos en las etapas de producción al interior de los sectores. México no es un productor de alta tecnología, sino un maquilador de las etapas intensivas en trabajo de los sectores de alta tecnología.

Sin embargo, bajo tal esquema, gran parte de la sociedad norteamericana queda atrapada entre el quedar en desventaja ante otras potencias, y el perder sus empleos tradicionales ante los bajos costos laborales, de deterioro ambiental y de ubicación de otros países, particularmente de México. La legitimidad de Trump se puede concentrar entonces en su enfrentamiento con el rival más débil: nosotros.

¿Tenemos perdida la batalla? NO. El gobierno de EU puede aún ser más poderoso que cualquiera de sus rivales, pero no puede emprender una batalla simultánea contra todo mundo.

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JJ/I