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Cambie claxon por tenis

“Ni que fueran tan importantes”, le gritó un hombre cincuentón conductor de los taxis con nueva imagen de Jalisco a la mujer tránsito al tiempo que la festiva masa atlética que pasaba bajó su murmullo festivo para verlo con pena.

“Uy sí, muy corredores, pónganse a trabajar”, insistía el hombre con medio cuerpo afuera de la ventanilla desde la comodidad de su auto al que se le cerró de manera parcial sobre una avenida para dar paso a la culebra multicolor de corredores pedestres.

Las rutas alternas eran muchas, pero él insistía en hacer sonar el claxon y lanzar gritos, criticar a mujeres que no apresuraban el paso, a mujeres solamente, porque como suele suceder con este tipo de bravucones ante el paso de fornidos señores sus gritos pasaban a refunfuños que sólo él escuchaba.

Creo que no hay ninguna otra actividad que tenga el poder de arrastrar y unir a grandes masas incluso países como el deporte. Pero creo también que el deporte ha ido perdiendo ese valor añadido desde hace mucho tiempo, hasta llegar al momento actual en el cual su credibilidad como actividad formadora está en crisis.

El deporte no ha tenido el valor por las autoridades y esto se refleja en la sociedad. El que sea utilizado en todos los ámbitos sociales como instrumento de cambio y transformación, debe transmitirse.

El deporte no es sólo una práctica puramente corporal: estimula distintas capacidades, fortalece inteligencias, ayuda a cultivar las relaciones humanas, enseña a canalizar emociones negativas, a expresar, suma disciplina, fomenta valores, desarrolla el carácter, hace valiente a la persona, ayuda al desarrollo intelectual y fortalece la resistencia y la voluntad.

Y sobre una gran lista de cosas positivas, para estos tiempos, el deporte fortalece la resiliencia, esa capacidad de levantarte, adaptarte y ser flexible ante las situaciones difíciles.

Estoy seguro de que si todas estas virtudes fueran transmitidas, sabiendo que esa es la verdadera victoria de un deportista, no habría más conductores impasibles, groseros, impacientes, que apenas unos segundos de su tiempo que consideran más importante que el de otros les es arrebatado se lanza al estuperio, no queda más en su salvación que invitarlos a realizar actividad física antes de que la masa deportiva los arrolle bajo su tradicional grito de guerra con imperativo mexicano:  “actívese huevón en lugar de pitar el claxon póngase los tenis”.

@PatyPenia

JJ/I