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Pensar, cortar, reflexionar

En los recientes días sucedieron distintas actividades en la ciudad a modo de ferias, congresos y festivales que nos hacen reflexionar a propósito del papel que Guadalajara juega en asuntos culturales no sólo en el ámbito local, sino en el nacional e internacional.  En contraste tenemos una agenda marcada por este nuevo gobierno federal que apuesta por recortes, ajustes y transformaciones que llaman a la “austeridad republicana” como el camino que hay que adoptar en la emergencia de un país en crisis.

Ambas cosas tienen lugar y no pueden ser excluyentes en un país tan diverso como el nuestro donde lo mismo nos enorgullece nuestro pasado como nuestro presente. La cultura en el amplio sentido de la palabra,  refiere a procesos, tradiciones, creadores,  artistas, manifestaciones que distinguen y hacen sentido en relación a nuestro propio contexto. Darle más o menos valor a alguna implica un juicio discriminatorio y sobretodo, difícil de sostener en pleno siglo 21.

México en su diversidad necesita recuperar  y poner en valor sus pueblos originarios y sus tradiciones. Pero también necesita impulsar el teatro, la música, la ópera, la danza, las nuevas tecnologías, los cruces y las experimentaciones contemporáneas que tanto están siendo solicitadas por encuentros, congresos, festivales, charlas y conversatorios a lo largo del planeta.

México es un interlocutor socorrido cuya presencia no puede desaparecer así nada más, porque al encerrarnos perdemos también relación con el mundo. Nuestra cultura, en el amplio sentido de la palabra, es reconocida, apreciada y requerida fuera de nuestras fronteras. Es lamentable empeñarse en ahorrar al extremo en viajes que provocan intercambio de saberes en un mundo globalizado donde necesitamos tener presencia.

Sin embargo, es verdad que han existido excesos en muchas dependencias que nos deben llevar a una mayor autocrítica y responsabilidad al momento del gasto público. ¿Qué programas y proyectos  tienen un verdadero impacto en nuestros contextos? ¿Cuáles son aquellas actividades de las que debemos prescindir o cuestionar? ¿A quiénes benefician más allá de algunos relumbrones? ¿Hacia qué tipo de actividades hay que enfocar el gasto público? Muchas preguntas que sería bueno debatir en distintos contextos públicos para un sano intercambio de ideas.

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JJ/I