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Las palabras y el miedo

Herta Müller está hecha de palabras y de miedo. También de rabia. Las palabras y el miedo se incuban en nosotros desde la infancia, anidan en nuestra cabeza y nos habitan toda la vida.

Las palabras provienen del seno materno, del arrullo de la abuela o de la distraída advertencia del padre. Los miedos también: la oración nocturna destinada a tranquilizar nuestros sueños infantiles, a veces perturba, inquieta, roba el sueño y trae la angustia.

Es difícil expresar el miedo con palabras. Sin embargo, hay que intentarlo. No hay otra forma de compartir el mundo en que vivimos, de encontrar en los demás a personas parecidas a nosotros, hechos de los mismos miedos, las mismas palabras:

“Curiosamente”, dice Hera Müller, “como es un miedo construido en el interior de la cabeza podría denominarse un miedo sin cabeza. No tiene cabeza porque no obedece a ninguna causa y no conoce remedio. Emil M. Cioran decía que los momentos de miedo inmotivado son los que más hondo llegan a la existencia. La repentina búsqueda de sentido, la fiebre de los nervios, el temblor del espíritu ante la pregunta: ¿qué vale mi vida?”

Los regímenes totalitarios infunden el miedo, pero niegan la palabra. En la Rumania de Ceausescu, existían los “metemiedos profesionales”, personas “ventosas” porque “cuando hay algo en el aire, tiene que ver con un peligro que parte del ser humano”. En la dictadura siempre había “algo en el aire”.  Los “metemiedos” estaban ahí para asegurarse de que el aire transformado en viento no trajera nada bueno. Sólo el miedo.

“El hecho de que, al formar el plural de miedo -MIEDOS-, el lenguaje no se eche a temblar es para mí una prueba de que el lenguaje no permite que se haga cualquier cosa con él. A diferencia de “los cielos”, “los miedos” no tienen nada de poético. Son una cosa opaca, no abren nada, obstruyen la visión, el exterior se enfría hasta congelarse, el interior bulle, se recorta compulsivamente y se recalienta hasta el ardor”.

De ese miedo transformado en rabia, de las palabras reconstruidas de la infancia, “Cuando se desmoronan los pilares de la mayor parte de la vida, también se caen las palabras”, desde las ruinas de la vida, Herta Müller construye una literatura vigorosa, desafiante.

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JJ/I