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Tragedia

En un artículo llamado El día que la música ardió (The day the music burned), de Jody Rosen, publicado en el diario The New York Times, se ha revelado que en un incendio en los estudios Universal en 2008, se perdieron alrededor de 175 mil archivos, entre los que se encontraban las grabaciones originales de una larga cantidad de artistas, pilares de la música estadounidense y del mundo. Se calcula que se hicieron cenizas unas 500 mil canciones y los daños se valuaron en más de 150 millones de dólares. El tema se ocultó más de una década.

Las grabaciones originales de Billie Holiday se perdieron por completo, las primeras grabaciones de uno de los padres del rock, Chuck Berry, también del cantante Howlin’Wolf, el primer disco de Aretha Franklin, el original de Rock around the clock, la semilla germinal del rock, grabaciones de Elton John, Carpenters, Eric Clapton y una muy larga lista de grabaciones de todos los géneros musicales.

El artículo repara en un detalle: con la desaparición de estos archivos, mucha música está condenada a una irreparable pérdida de fidelidad. Las copias realizadas de forma digital ya perdieron nitidez sólo en el traslado a lenguaje binario. La generación que creció con el audio MP3 se perdió de 30% menos de calidad de las grabaciones originales y la generación que oye música en las plataformas digitales, se estima que ha dejado de percibir más del 60% de la calidad de la música por la compresión de los archivos.

La otra tragedia es la imposibilidad de que alguien explore las grabaciones y no pueda encontrar rarezas, canciones perdidas, versiones o canciones inéditas, incluso que se hagan remasterizaciones de joyas de la cultura mundial con mejor calidad.

El hecho mueve a la reflexión. Más allá de la pérdida de activos del corporativo de Universal Music, debe abrirse el debate cobre la conservación de las cintas master, que se quedan en propiedad de las discográficas con sólo firmar el contrato con ellos, esto es, los músicos ceden el objeto tangible de su creación a gente más preocupada por su explotación que por la memoria histórica. Seguro esto acabará en muchos asuntos legales que se mantendrán por años. Pero la pregunta es, ¿los músicos están conscientes del valor de su legado?

El tema se puede unir al oso de la Secretaría de Cultura federal y la Fonoteca Nacional que dieron a conocer “lo que podría ser” la voz de Frida Kahlo y parece indicar que no lo es de acuerdo a algunos testimonios. Seguramente hay grabaciones de su voz en algún sitio, ¿y si se quemarán o ya se quemaron o terminaron en el bote de la basura? Pensemos ahora en la dimensión de la tragedia que es un incendio que acabó con medio millón de canciones, ¡medio millón!

@tuamigoFranco

da/i