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El tercer país seguro (II)

Los migrantes que eventualmente se quedarían en México no son sólo personas empobrecidas y desplazadas que buscan sobrevivir. Los centroamericanos son trabajadores agropecuarios que trabajan en condiciones similares a los campesinos mexicanos, cuentan con una rica tradición gastronómica, son productores de artesanías originales, han trabajado en maquiladoras, comercios o servicios, la mayoría hablan el mismo idioma que nosotros y habría amplias posibilidades de integración cultural.

Los haitianos constituyeron el primer pueblo libre del continente luego de la conquista y apoyaron radicalmente los movimientos independentistas, sobre todo en Sudamérica. Son los artistas del metal recortado y de la madera. Los sirios y los congoleños enriquecerían a México y a su diversidad cultural. Cuando decimos que los mexicanos y latinos en general no son “estorbos” para los Estados Unidos, sino personas que han contribuido enormemente a la economía y a la cultura norteamericana… bien valdría asumir que lo mismo puede representar esta nueva migración para nosotros.

Los migrantes que han dañado a México no han sido los misioneros jesuitas, franciscanos o dominicos durante la colonia; no lo fue Francisco Javier Mina luchando por la independencia de México ni los irlandeses que defendieron a México durante la invasión norteamericana en 1847; tampoco los asiáticos que llegaron al noroeste mexicano durante el porfiriato; menos aún los perseguidos por el fascismo en España en los años 30 del siglo pasado; no fueron los chilenos, argentinos, bolivianos, brasileños, uruguayos o peruanos que escaparon de las dictaduras militares en los 70 y los 80; no son los indígenas guatemaltecos que huían de los genocidas paramilitares… los que nos han dañado son los que han llegado ensoberbecidos y armados saqueando, violando, asesinando y sometiendo.

México no está perdido. Lo estaría si simplemente nos plegamos al poder del dinero.

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JJ/I