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Hate

La escena local de rock –se ha dicho en esta columna–, está enferma de vanidad y soberbia, también de mediocridad. La muestra está en los malos comentarios, la envidia y el hate en redes que genera una banda al llevar su música fuera del país.

A los punketas Acidez los han acusado de todo, de posers y “fresas” no los bajan, pero nadie repara en que sus giras por Europa, son de 60 conciertos, lo que implica mucho trabajo de relaciones públicas y horas nalga para mandar correos y hacer llamadas para articular una gira tan larga. Algo similar le pasa a a los metaleros Cemican, que llevan varias visitas a festivales importantes europeos gracias a su concepto de folk metal inspirado en la cultura prehispánica.

El hate lo ha recibido por años Elis Paprika, que gracias a su música ya viajó a China, hizo gira por Estados Unidos y Canadá, irá pronto a Europa y Australia. Por esto es blanco de odio, pero nadie reflexiona en sus horas sin dormir para articular fechas, los días que le lleva trazar una ruta, su logística, saber inglés, conocer a la gente correcta.

A pocas bandas locales se les ve unidas haciendo networking como Vaquero Negro, que ya salieron a Costa Rica y Colombia. A Machingón los han destrozado sólo por conseguir viajar a China, Argentina y pronto regresarán a Colombia con invitaciones ganadas a pulso, pero nadie quiere reconocer que respetan los horarios de sus llamados, no se drogan ni hacen escándalos, como otros músicos locales que no volverán a algunos sitios tan sólo por su indisciplina y falta de profesionalismo.

Hace unos días conocí a la banda metalera Medical Negligence, para mi sorpresa, es la primera que en 20 años, me ha dicho que ensayan diario de lunes a sábado. En tres años ya abrieron shows a los hermanos Cavalera, a Rotting Christ y este domingo a Suffocation, además uno de sus integrantes organiza La Barca Metal Fest, en La Barca, Jalisco donde ha logrado llevar heavy metal a la zona de La Ciénega con apoyo de autoridades, pequeños empresarios, hoteleros y donde reúnen a metaleros de varios municipios cercanos. El rock y la música generan empleo y mueven la economía local, ellos lo detectaron y seguro se ganarán mucho hate por hacer cosas.

En todos estos casos, ¿qué hay detrás? Trabajo, inversión de tiempo y esfuerzo, un proyecto, ganas, intención. Eso es motivo de odio. Es Guadalajara, es México. “Hasta aquí todo va bien”, decían en la película El odio de Mathieu Kassovitz. Todo va bien para ellos, que trabajan. Si quien tira hate invirtiera su tiempo e su vida y en su proyecto, tendríamos decenas de bandas, productores, empresarios y hasta periodistas destacados en el mundo, pero no, prefieren  ser haters. Pobres. Sobre ustedes construimos.

@tuamigoFranco

da/i