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El horror del progreso

Siempre que pienso y hablo de la situación socioambiental que vivimos en Jalisco y México (y en el mundo desde luego), me vienen a la mente los ojos desorbitados y las alas desplegadas a todo lo ancho del Angelus Novus, obra realizada en 1920 por el pintor suizo-alemán Paul Klee. En una interpretación hecha de tal obra por el filósofo, también alemán, Walter Benjamin, nos hace comprender que al ángel se le pusieron así sus ojos después de ver la destrucción del mundo que ya era notable al final de las dos primeras décadas del siglo 20. Esto significa que muy temprano el proyecto civilizador llamado progreso capitalista mostraba su capacidad destructiva.

Aterrado frente a la destrucción que veía, el ángel de Klee abre sus alas y parece hacer en una acción un doble movimiento. Por una parte, su aleteo hace imaginar que se está resistiendo al poder de atracción del progreso y, en paralelo, también simula querer dar marcha atrás, alejarse de él, apartarse de la muerte, de la destrucción que estaba produciendo el sistema.

Desde luego que el Angelus Novus no es la única crítica que se haya hecho al desarrollo del capitalismo también de manera temprana. La diferencia es, quizá, su mirada, por así decirlo, su cierto énfasis antidesarrollista de lo que carecían, por ejemplo, las opiniones críticas de tinte marxista de aquellos tiempos. A pesar de ello, sin embargo, y aún antes, esta idea-fuerza del pensamiento dominante ya había sido introyectada socialmente con tal fuerza que hasta la fecha se mantiene como pieza central de la ideología liberal actual, aunque desde la década de los años setenta le hayan agregado el apellido sustentable o sostenible.

Al paradigma del desarrollo le agregaron ese apellido con fines de manipulación, de engaño, pero le incrementaron significativamente su poder destructivo de todas las formas de vida, tal y como lo estamos viviendo en esta etapa del capitalismo global. Y en esto reside la debilidad crítica pero el gran poder de confusión política de este planteamiento aparentemente nuevo, crítico, socialmente responsable y políticamente correcto.

Mientras no se ponga en cuestión que el fondo de tal destrucción es el sistema capitalista, es decir, el tipo de relaciones de dominio y explotación que éste impone sobre la naturaleza, se le puede llamar o nombrar como sea al modelo de desarrollo y nada cambiará positivamente. Tal y como lo hemos visto en el mundo desde los años setenta del siglo pasado. Así, por ejemplo, leer una frase en cualquier aparador que diga: “Dentro de 30 años el mar tendrá más plástico que agua”, pierde todo su sentido crítico si no se dice cuál es el motivo, la causa de ello y mucho menos quiénes se enriquecen contaminando el mar.

Klee murió en 1940. Si algún artista plástico siguiera sus pasos y tuviera que actualizar su obra, al pintar el Angelus Novus del siglo 21, la cara de horror del ángel sería mucho peor. Sus ojos probablemente ya se habrían salido de sus órbitas y sus alas arderían en llamas, producto de los efectos que el progreso ha hecho en los territorios del mundo en las últimas seis décadas. Bastaría que el ángel original, el de 1920, emprendiera un vuelo a baja altura, por ejemplo, sobre el territorio de Jalisco y más específicamente por lo que ahora conocemos como la conurbación metropolitana de Guadalajara, para que pusiera esa cara al darse cuenta del daño inconmensurable que el progreso ha hecho sobre los bienes naturales de esta nuestra geografía, en la que ahora nos debatimos cotidianamente entre la vida y la muerte.

da/i