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De luto por la inseguridad vial

La seguridad vial suele ser un tema subestimado por quienes todos los días ocupamos las calles de la ciudad, hasta que ocurren accidentes tan terribles y evitables como el del domingo pasado que calan hondo y dejan sin aliento a cualquiera.

En ese encontronazo, donde se les arrebató la vida en segundos a los esposos María Fernanda Peña y Alejandro Castro, hubo una suma de los tres principales factores reconocidos a nivel mundial como detonadores de accidentes de tránsito con resultados mortales: alta velocidad, alcohol y autos inseguros.

En México, cada dos horas muere una persona en accidentes de tránsito y se estima que hasta en la mitad de estas defunciones estuvo detrás la alta velocidad, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS); mientras que la proporción de fatalidad en países desarrollados es de 30 por ciento, un tanto menor.

La OMS tiene gran cantidad de materiales ilustrativos que hacen muy sencillo comprender el hecho de que presionar un poco más el acelerador significa acercar exponencialmente a la muerte a quienes tenemos alrededor y a nosotros mismos. Va un ejemplo.

Si conduces tu auto a 80 kilómetros por hora y te das cuenta de una situación de riesgo que te obliga a frenar, la distancia que recorrerás a partir de que sientes el nudo en el estómago por ese imprevisto es de 22 metros en un segundo, pero antes de hacer alto total habrás transitado 57 metros más, una distancia muy sobrada para el objeto que notaste enfrente y que significará un impacto seguro.

Pero si vas a 50 k/h, solo recorrerás 14 metros antes de percatarte del riesgo y te tomará 27 metros detenerte por completo, un tramo razonable para evitar un choque. Y es que, según la OMS, cada kilómetro por hora que aceleras el coche incrementa 5 por ciento la probabilidad de tener un accidente mortal. Así que ese poquito de más que le pisamos puede ser la diferencia entre seguir viviendo o dictarle sentencia de muerte a alguien.

Ahora el alcohol, un factor bastante obvio del que sólo mencionaré que, según las estadísticas oficiales de seguridad vial, el más mínimo registro en la sangre multiplica las posibilidades de un accidente respecto a un conductor sobrio. Aquí no hay pierde. Entre más alcohol, más riesgo.

Finalmente, el de la seguridad en los autos sí es un aspecto más opaco. Para las marcas, los mexicanos somos clientes de segunda, bajan sus estándares porque las normas del país se los permiten y eso significa incrementar nuestra probabilidad de muerte en un choque.

Según el programa independiente de evaluación de autos Latinncap, la norma NOM-194-SCFI-2015 que establece los estándares de seguridad para autos en México tiene un retraso de 25 años respecto a países desarrollados, y permite que 4 de los 10 autos más vendidos aquí sean inseguros: Aveo 2015, Tsuru 2013, Spark GT 2006 y Tiida 2015 incumplirían el equipamiento mínimo para circular en Europa, Canadá y Estados Unidos.

En el accidente del domingo se mezclaron los tres factores: una velocidad excesiva (¡por supuesto que fue mucho mayor a 70k/h!), la negligencia de Joao Maleck al manejar ebrio y un auto inseguro en donde viajaban las víctimas mortales; aunque los dos primeros fueron los determinantes.

Si esta tragedia no nos cae como balde de agua fría para darnos cuenta que la vida y destino de las personas con quienes compartimos la calle está detrás de nuestro volante, no habrá sanción económica o penal que nos motive a cumplir las normas y a erradicar la violencia vial, que lamentablemente se ejerce a diario.

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da/i