INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

La guerra olvidada

Todorov, Serres, Steiner entre otros pensadores, coinciden al señalar las bondades del periodo de paz vivido en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Para los jóvenes actuales, coinciden, la guerra es algo ajeno a sus vidas. Un fenómeno lejano y extraño accesible sólo por medio de los libros de historia, videos o extravagantes desfiles militares. La guerra ya no forma parte de la cotidianidad de las sociedades europeas.

Hace apenas cien años era imposible pensar a una nación europea que no estuviera dispuesta a ir a la guerra. La vida social, cultural, económica y por supuesto política de sus sociedades giraban en torno a la idea del honor, la superioridad de la fuerza de las armas cimentadas en ejércitos gallardos y heroicos.

La vida de los jóvenes transcurría en un antes de la guerra y en un después de su participación en un conflicto armado. De ahí dependía su lugar en la sociedad, era una marca para toda la vida. Buena parte de la cultura y el arte europeo, dan cuenta de ello. Las grandes obras literarias de Europa, construyeron su narrativa en pasajes épicos o cotidianos inspirados en la vida militar de sus sociedades.

Aún hoy en día, en el mundo quedan testigos vivientes del horror de la guerra. Sin embargo, el testimonio, la memoria del sufrimiento y la crueldad de seres humanos envueltos a pesar suyo en un conflicto armado sin el cual vivirían como meseros, carpinteros, mecánicos, campesinos o profesionistas, y no como instrumentos armados, dispuestos a asesinar para un gobierno, parece no influir en el pensamiento de los ciudadanos de las sociedades contemporáneas.

No hay grandes guerras en el mundo. Europa no está amenazada por un conflicto armado de grandes magnitudes como hace menos de cien años. Sus jóvenes no se preparan para ir a la guerra. La espera de la orden de alistamiento no determina sus vidas. Sin embargo, los países europeos y otros países del aire occidental viven temerosos. Se sienten amenazados. Y buscan frenéticamente el origen de esa amenaza.

Será porque el mundo no puede vivir en paz, sin odios ni enemigos reales o imaginarios.

O será porque una sociedad que ya olvidó el dolor de la  guerra ignora también el daño que puede causar el odio al otro.

[email protected]

da/i