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Los animan a crear en Impulsa

Cineasta. Karla les demostró que en su trabajo están implícitos sus miedos, tristezas, su abuela, su pueblo. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

Cada segundo de sus cortometrajes tiene detrás meses de trabajo, miles de fotos, creación de personajes y sobre todo parte de su alma. Así es el trabajo de Karla Castañeda y Luis Téllez, animadores tapatíos que ayer dieron una clase a una centena de jóvenes en Despertares Impulsa.

Cuando el público ve una animación en stop motion no puede imaginar el gran trabajo que esto conlleva y en esta ocasión, los participantes al workshop conocieron cómo se creó cada cortometraje, qué ideas tenían los creativos en su cabeza y todo lo que tuvieron que pasar para que su proyecto se realizara y después ganara premios en diferentes partes del mundo.

“Muchas historias me nacen del dolor, de la pérdida de mi abuela, un tío querido que murió de cáncer, de ver en mi pueblo de Zacatecas el velorio de un niño y cómo los tienen en un cuarto y se toman fotos con ellos”, platicó Karla a un grupo muy interesado y con ganas de aprenderles todo.

“Más que pensar en una técnica para su corto, lo primordial es tener una buena historia. A cada idea le hago muchísimas preguntas y respuestas, con imágenes y toda la relación que hay alrededor”, señaló.

Karla les demostró que en su trabajo están implícitos sus miedos, tristezas, su abuela, su pueblo, La Habana y otros tantos viajes y libros que la han acompañado en su vida y los que pone en marcha su creatividad.

Luis Téllez hizo animación en vivo con ejemplos sencillos y después con un set profesional para que los oyentes pudieran comprender los principios básicos de la animación.

Con ejemplos claros enseñó que con un celular y un sencillo programa pueden hacer un corto de 24 cuadros por segundo, donde el movimiento necesita de anticipación, aceleración, desaceleración e inercia.

“Hay veces que una escena nos toma semanas de trabajo, para La noria que dura siete minutos trabajamos más de dos años y medio, se hicieron 12 mil fotos y se trabajó muchísimo. Hacer stop motion requieres de paciencia, amor y entusiasmo”.

La mayoría de los jóvenes no habían animado antes y los invitó a especializarse, ya que en Guadalajara no hay fotógrafos especializados en animación.

Tres horas de explicaciones y sobre todo de demostrar su amor al stop motion fue lo que se vivió en el workshop que se impartió en el Conjunto Santander de Artes Escénicas.

JJ/I