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La comunión rojinegra

Hay fenómenos en el futbol que son casi inexplicables, y un buen ejemplo de ello, probablemente sea el Atlas y su afición.

El viernes pasado, el escenario no era el ideal para el debut en el Torneo Apertura 2019, una tormenta espectacular, una cancha anegada por la cantidad de agua caída, el tráfico de la ciudad era infernal y el pronóstico de un buen debut era prácticamente utópico.

Contra todo eso, los seguidores rojinegros se dieron cita en gran número en el Estadio Jalisco. En mi trayecto al inmueble, vi a familias completas buscando refugio ante la lluvia, cualquier reparo era adecuado; sin embargo, todos tenían una misión: llegar a ver el partido del Atlas vs Bravos de Juárez. La Calzada Independencia lucía inundada por el agua y por otra “marea”, una completamente rojinegra que, a pesar de las inclemencias del tiempo, no detenía su marcha.

Ya en el coloso, una mala noticia: el juego se demoraba cuarenta y cinco minutos. Aun con eso, nadie se movió. Tal era la inquietud por ver a su equipo que los aficionados aguantaron todo, incluso lo que parecía evidente: bajo tales condiciones, era difícil imaginar un buen espectáculo.

Al momento de salir los locales a calentar, algo mágico sucedió: la comunión entre aficionados y el equipo estaba intacta, en ningún momento importaron los antecedentes inmediatos. Atrás quedaron las malas campañas y los pésimos resultados que tienen al Atlas batallando en la tabla porcentual.

Es un fenómeno difícil de explicar y más aún: de entender. Hubo un gesto que hizo notar, todavía más, tal devoción: al terminar su entrada en calor, el equipo se acercó a la tribuna de la parcialidad local y juntos gritaron, juntos cantaron, juntos se emocionaron, y todo sin que ruede el balón de manera oficial.

Comenzó el partido y el Atlas asumió el protagonismo que le correspondía, mientras que Bravos trataba de mantener el equilibrio, al dar sus primeros pasos en el máximo circuito. La dicha para la Academia fue completa esa noche: debut con victoria por 1 a 0 y, como en cada inicio de torneo, la ilusión se disparó. El amor de los atlistas es palpable, es incondicional, hay comunión. Ahora resta lo más complicado y lo que pocas veces en su historia ha sucedido: que sea correspondido.

Director de Deportes / TV Azteca Jalisco

@ArielLeguizamon

JJ/I