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Alfaro: el tiro por la culata…

En mi columna del martes 21 de mayo pasado titulada “Alfarismo: perdió su identidad”, escribí lo siguiente:

“Desde el enfrentamiento con colectivos por su decisión de desaparecer el Instituto Jalisciense de las Mujeres, el alfarismo no sabe cómo enfrentar las manifestaciones y movilizaciones ciudadanas, la mayoría de ellas realizadas por quienes fueron sus aliados y que sin duda votaron a su favor para que llegaran a la alcaldía de Guadalajara, primero, y gobierno del estado, después. Hoy esa alianza no existe”.

Lo anterior volvió a quedar de manifiesto con la protesta en contra del alza a la tarifa del transporte público que algunos estudiantes realizaron el fin de semana pasado en la estación del Tren Ligero y fueron reprendidos, golpeados, reprimidos y detenidos por elementos de seguridad, lo que provocó la indignación ciudadana que se manifestó virtualmente al convertir en tendencia nacional número uno el hashtag #AlfaroRepresor y en segunda posición #AlfaroRenuncia.

En aquella columna agregué: “Desde su llegada al poder estatal, el gobierno de Movimiento Ciudadano ha perdido con inusitada velocidad su identidad de ciudadano que tan buenos dividendos le dejó a Enrique Alfaro en Tlajomulco, en su primera batalla por la gubernatura en 2012 y posteriormente para llegar a Guadalajara en 2015. Y aún le alcanzó para llegar a Casa Jalisco en 2018”.

Ese apoyo lo logró gracias a que como oposición asumió posturas en contra de los gobiernos en turno con las que se identificó un importante sector de la sociedad y que él mismo dejó plasmadas en una gran cantidad de tuits y textos en Facebook que hoy, como gobierno, se le han revertido en contra por hacer aquello que antes criticaba y que han hecho famosa la frase: “Siempre hay un tuit…”, donde queda evidenciada no sólo su contradicción sino su incongruencia.

Luego en esa entrega de mayo abundé: “Hoy el gobierno alfarista está extraviado, desorientado o desconectado de la ciudadanía. No sabe qué hacer ni tiene quién haga el trabajo fino de la negociación, del cabildeo, de adelantarse a los acontecimientos que lo tienen hoy enfrentado a esa sociedad, a esa ciudadanía que le dio los votos para ganar una elección”.

Sin duda alguna como oposición el alfarismo era, para muchos, grata y humildemente ciudadano –he dejado evidencia que nunca creí en ese mote que se dieron asimismo-; hoy, como gobierno, es sobradamente soberbio, lo que lo ha llevado a perder el apoyo, respaldo y soporte que por muchos años le dio un mayoritario sector de la sociedad jalisciense que no solamente está decepcionada sino que se siente descaradamente traicionada. Y las manifestaciones ahora en su contra de quienes ayer estaban con ese alfarismo son la mejor prueba de lo anterior.

¿Alguien se imaginó que antes de cumplir un año en el poder los primeros a los que el alfarismo como gobierno se iba a enfrentar eran a aquellos ciudadanos que le dieron la victoria en 2018? No debería sorprendernos, porque son ellos los primeros con autoridad moral para recriminarle a Enrique Alfaro que como gobernante hoy lleve a cabo lo que él como oposición y quienes lo apoyaron le reclamaron a sus antecesores.

¿Quién se iba a imaginar que con Enrique Alfaro despachando como gobernador, Casa Jalisco iba a ser amurallada y custodiada por elementos de seguridad pública, antimotines, para protegerla de aquellos ciudadanos que lo llevaron con su voto al poder y hoy le reclaman porque se sienten traicionados? ¿Cuánto hace que el gobernador Alfaro no encabeza actos públicos fuera de recintos cerrados y se acerca a los ciudadanos de a pie, de las colonias?

Hoy los alfaristas y el alfarismo están apanicados al ver que el montaje de ciudadanos que hicieron como oposición se les ha derrumbado en el gozo del poder.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

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JJ/I