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Crean primera Fonoteca Mexicana de Cuentacuentos

Labor. El cuentacuentos ha trabajado por 25 años, ha escritor varios libros y prepara un par sobe teoría de su disciplina. (Foto: Especial)

El escritor, músico y narrador oral Marco Antonio Vázquez Marconio (Oaxaca, 1964), sentó las bases para perpetuar ese oficio, con perfil profesional, al fundar la Fonoteca Mexicana de Cuentacuentos, cuyo acervo se conforma con aportaciones de 67 artistas, tanto del país como extranjeros, cada uno de los cuales ha aportado dos de sus narraciones.

Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en la categoría Creadores escénicos con trayectoria (rubro Narradores orales), en entrevista con Notimex explicó que “el primer objetivo de este apoyo es la creación y el desarrollo de la Fonoteca Mexicana de Cuentacuentos”.

Así habló de ello: “Ya instalé en mi casa un estudio de grabación hasta donde acuden los narradores orales profesionales, nacionales y algunos extranjeros que han dejado huella en México, esto para plasmar un registro auditivo de la existencia del narrador oral-cuentacuentos. El proyecto está andando y se puede conocer en la página web (www.fonoteca-cuentacuentos.mx)”.

Ahí, dejó ver, se puede hallar el trabajo de 67 cuentacuentos, unos famosos y reconocidos y otros no tanto; pero todos profesionales y comprometidos con el arte de contar cuentos. “El compromiso que adquirí es que para este año tengo que completar la cantidad de 100 artistas dedicados a ese arte viejo como la humanidad y a la vez actual en esta época”.

En la fonoteca existe una enorme diversidad de estilos, voces y puntos de vista sobre esa disciplina. Cada uno de ellos aporta también su sentir y pensamiento en torno a la actividad que desarrolla, su importancia en el contexto cultural y literario, así como otros datos de importancia. “La mayoría de ellos tiene un gran compromiso con la narración oral”.

El narrador como iluminador de alteridades

Para Marconio es una felicidad y una diversión muy grande. “Lo importante es que se difunda que hay narradores orales, y una profesión -la de cuentacuentos- que se ha estado forjando desde hace 30 años. Hablar de 30 años significa ubicarse en el momento que se registró el primer narrador oral profesional, es decir, que recibió una paga por su trabajo”.

“Actualmente estamos haciendo la teoría de esa profesión cuyo encanto radica en que nos remite a una época previa a la existencia del libro. Es como si asistiéramos a un espacio y un tiempo remotos, donde nos reunimos para escuchar nuestra voz. Tiene que ver con la sensación de la madre hablándole y cantándole a su hijo”, explicó suavemente Marconio.

Tiene que ver, además, con la grata experiencia de estar todos reunidos alrededor de una historia que alguien narra con su voz. Eso genera emoción y bienestar comunitario y social. Un encanto aparte es la presencia de ‘lo otro’, de lo extraño, lo raro, lo lejano, lo que no podemos ver en nuestra vida cotidiana y solamente el narrador oral nos puede traer.

El analfabeta y el encanto de la voz

Sin embargo, "el narrador sólo lo puede hacer a través de la voz cuando su trabajo es de verdad profesional y cuenta con una adecuada preparación artística”, dijo el autor de una docena de libros de diversos géneros y anotó que en ese sentido, el acto narrativo oral tiene dos dimensiones que se deben considerar.

“Una es la tradicional-ancestral donde en cada casa existe (o existía) la imagen romántica y bucólica de la abuelita, el abuelito, el tío o la tía, que se sienta cómodamente, juntito al fuego, en la noche, en un lugar donde no hay luz, para contar cuentos para el resto de la familia o amigos, en especial para los niños. Eso aún pervive en las comunidades lejanas”.

Pero el hecho de contar cuentos en familia, en grupos sociales cerrados, casi siempre ante muchas personas en lugares públicos, añadió Marconio, “es algo que estamos tratando de fortalecer los narradores orales, pero, no hay que perder de vista que la narración oral contemporánea, en las ciudades, sí implica un estudio de las técnicas de narración oral”.

Los abuelitos y abuelitas seguramente no estudiaron literatura y tal vez ni siquiera sabían leer ni escribir, pero sabían contar, y encantar a través de la voz; esas narraciones orales hace que valoremos, como fenómeno cultural positivo, al analfabetismo, de acuerdo con el entrevistado, cuya actividad artística también le hizo merecedor de la beca del Fonca en 2006.

“Estamos acostumbrados a discriminar al analfabeta, porque creemos que es un ser poco evolucionado, primitivo, y con desventajas. Pero el analfabeta tiene en el verbo hablado la única opción de comunicarse, razón por la cual muchos de ellos saben hablar muy bien”, puso en relieve el artista que llegó a la Ciudad de México desde que era un niño.

Producir teoría sobre narración oral 

Lleva 25 años en el arte de la narración oral y a través de ese noble oficio ha conocido igual número de países; contando y escuchando cuentos, abrevando y aportando a esta nueva tradición que se llama narración oral-arte de contar cuentos, “que bien podríamos llamarle con orgullo narración oral-cuentacuentos contemporáneos, que en México tiene un enorme arraigo”.

El segundo objetivo de esta segunda beca que el Fonca le otorgó, consiste en patrocinar la escritura de dos libros teóricos sobre la narración oral. Uno lleva por título Cuéntamelo todo. El momento poético; y el otro, el cual Marconio debe concluir antes de que termine el año, será Narración oral. Un arte complejo, ahora en avanzado estado de confección.

Ambas publicaciones fortalecerán la base teórica de la narración oral, siendo pensados para ser abordados e interpretados por narradores orales, cuentacuentos, actores, titiriteros, locutores y quienes usan la palabra hablada. Finalmente, Marconio informó que los días lunes del mes de agosto realiza temporada en Dorothea Café (Xola 1662, colonia Narvarte), esto con un espectáculo diferente cada vez. 

JJ/I