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Patética realidad del PRI

Un ex gobernador nayarita, Ney González, que no pudo votar porque no apareció en el padrón priísta de su estado; un ex precandidato a la gubernatura de Michoacán y ex delegado del CEN del PRI en Jalisco, Ascensión Orihuela, tampoco pudo emitir su voto; y el hijo de un ex gobernador del Estado de México y ex presidente nacional del Revolucionario Institucional de igual nombre que su padre, Ignacio Pichardo, ex diputado federal, vivió la misma experiencia…

Y al igual que ellos, muchos militantes más del PRI se quejaron de haber sido rasurados del padrón priísta. Pero quizás sus votos no fueron necesarios para evitar que esta elección de la nueva dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI se caracterizara por la pobre afluencia de militantes que arrojó apenas 30 por ciento de participación en todo el país.

El domingo por la noche –alrededor de las 22 horas–, a reserva de los datos finales al término del cómputo, se reveló que de un padrón de 6.7 millones de militantes registrados ante el Instituto Nacional Electoral habrían acudido a las urnas alrededor de 2 millones de ellos, para un abstencionismo de… ¡70 por ciento!

Y en el caso de Jalisco el escenario fue similar: de un padrón con 313 mil 170 militantes sólo habrían participado… ¡8 mil 683!

Eso sí, se reportó un gasto de 8 millones de pesos en esta elección interna.

¿Qué futuro le espera a un partido político que gobernó al país por más de 70 años, y lo sigue haciendo aún de manera ininterrumpida en algunos estados del país, cuando aún se encuentra en la lona como resultado de los comicios constitucionales del año pasado y hoy celebra la elección de su nueva dirigencia en medio de denuncias de fraude, trampas, robo de boletas, acarreo, urnas embarazadas, emisión de votos irregulares, ya sea con credenciales de elector ajenas al votante o con copias simples de las mismas?

¿Qué futuro le espera a un partido otrora todopoderoso cuando no es capaz de animar a su militancia a participar en la elección de su dirigencia nacional que, supuestamente, tendría como prioridad un intenso trabajo para recuperar el terreno perdido y que requiere del apoyo y empuje de sus militantes? ¿Qué futuro tiene un partido a cuya militancia le es indiferente quién lo dirija con miras a los próximos procesos electorales donde estará en juego la mayoría legislativa para la segunda parte del sexenio del lopezobradorismo y deberá sentar las bases con miras a la siguiente elección presidencial?

¿Qué le puede pasar a un partido político que a 70 por ciento de su militancia poco le importa qué sucederá en el futuro? ¿O acaso es una militancia que con su abstención avala el triunfo de quien con una amplia mayoría se convertirá en su nuevo dirigente y cuya victoria estaba cantada desde que se conoció que era el candidato, tras el espaldarazo de nueve de los 12 gobernadores priístas?

En Jalisco el escenario priísta es desolador, como se vieron las mesas receptoras durante casi todo el día del domingo. Nada los anima y mucho menos cuando tienen un partido que en sus ayuntamientos no ha sabido ser oposición, sino, por el contrario, se han convertido en una pieza más del gobierno en turno, mientras en el Congreso del Estado sus voces no sobrepasan las paredes del recinto legislativo.

Previo a la elección, en el partido decían que en esta elección interna se sabría con quién cuenta para iniciar su reconstrucción. De acuerdo con la participación dominical, el mensaje de la mayoría de los militantes fue como aquello de “si saben contar, no cuenten conmigo”. Así de contundente fue la indiferencia de los priístas hacia su partido.

¿Qué sigue? Acomodarse en la butaca y ser testigo mudo de la contienda entre los partidos en el poder: Morena y Movimiento Ciudadano.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I