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¿Y si somos lo que desechamos?

Kemal enamorado recogió durante años y años todo aquello tocado, usado y acariciado por su amor platónico, Füsum. Desde la colilla de cigarro aventada sobre la banqueta hasta una taza con sus labios pintados, para fundar un enorme museo en su honor, en El museo de la inocencia de Orhan Pamuk. Durante días y días, Georges Perec enlistó todo lo que sucedía frente a su mesa de café, en su Tentativa de agotar un lugar parisino. En estas dos referencias pensé al visitar Heroica o la simplicidad de lo cotidiano de Pablo H. Cobián en la Sala Juárez de Larva. Un intento, como el de muchos –y entre los que me encuentro– por descubrir esa asombrosa historia oculta en lo de todos los días, incluso en lo que usamos y tiramos. ¿Y si somos lo que desechamos? A final de cuentas, como dice el mismo Perec, eso, lo ordinario, lo infraordinario, habla más de nosotros que lo extraordinario.

Lo que hace Pablo H. Cobián desde hace años, desde 2004, es deambular alrededor de la geografía por donde reside, al sur de Guadalajara, pepenando lo interesante, desde el vaso de unicel y la lata aplastada hasta grandes tesoros, como la cabeza de una botarga de león o tres viejos parquímetros. El proceso se transforma luego en otra cosa, en algo lejano al típico final de quien recoge cosas en la calle: en arte. El tiempo se desdobla y, después de recoger, comienza la tarea difícil, aun más difícil que enfrentarse a los peligros cotidianos de un pepenador: unir, fusionar, juntar, reunir, formar, armonizar, intervenir, descontextualizar lo reunido en apuestas casi pictóricas, a la manera de Rauschenberg, Tàpies o Melanie Smith, en instalaciones que versan sobre historia del arte, en intervenciones sobre la doble moral, en crítica social con varios luchadores de plástico mordidos, develamientos fálicos urbanos, homenajes a héroes caídos, ensayos sobre el caminar, poemas sobre el color de la basura, collages en alusión a la obra de otro artista. Arqueología de tamaño monumental o tan pequeñita como un clip.

Somos, sobre todo, lo que somos todos los días. Eso lo sabe bien Pablo H. Cobián, el artista tapatío que tiene ya una larga trayectoria tanteando y desafiando los lindes entre las artes visuales, la acción, el performance y la curaduría como experiencia creativa. Durante un paseo por Heroica o la simplicidad de lo cotidiano me enteré de que también podríamos agregar a su tarea la crónica visual, la narración de nuestra historia, esa que se podría contar esculcando nuestra basura, la brutalmente más verídica, la que contaba sobre Füsum el sabio Kemal.

@doloresgarnica

JJ/I