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Rompamos todo, vol. 2

Ayer en por la mañana (miércoles) la directora argentina Lucrecia Martel, presidente del jurado de la 76ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, uno de lo más importante del mundo, declaró que no asistiría a la gala de la nueva película del director polaco Roman Polanski, como una postura de apoyo a mujeres que han sufrido violencia, comenzando el debate en la rueda de prensa con la frase: “Yo no separo al hombre de la obra”.

También hay que decir que la directora argentina puso sobre la mesa una reflexión frente a la forma en que calificará la película: “Miraré el filme como todos los demás del concurso, no tengo ningún prejuicio hacia él. Si no, dimitiría como presidente del jurado".

Entre estas dos frases, desde luego se dijeron más cosas, que les invitamos a leer en diversos medios para no generar desinformación sobre las palabras de Martel, sin embargo, me enfoco en estas dos frases que nos permiten ligarlo a los recientes acontecimientos en México y de lo que hablamos la semana pasada citando un par de ejemplos cinematográficos.

La postura de Lucrecia Martel se puede leer desde muchos ángulos y puntos de vista, para efectos prácticos de lo que aquí queremos discutir, vuelve a ser una acción contestataria en un momento y lugar que puede exponencialmente abrir el diálogo sobre la violencia hacia la mujer, pero también de la inclusión de las mujeres en un medio claramente dominado por hombres.

El rechazo a asistir a la gala de la película también pone en el debate otras situaciones similares del mundo cinematográfico, aquí se habla de Polanski que fue acusado de violación en 1977, pero también entran en esta lista Bernardo Bertolucci y Marlon Brando por el incidente con Maria Schneider durante una escena en El último tango en París, la situación de Woody Allen y las supuestas violaciones a su hija o las múltiples acusaciones de violación del productor Harvey Weinstein, en el que se cuestiona si la obra del creador están por encima de sus acciones en este caso, en contra de la integridad de las mujeres.

En general, Lucrecia Martel y su acto de rebeldía vuelve a cuestionar el status quo de la industria, pero lo más importante y relevante, de toda una sociedad que mantiene normalizadas conductas claramente inapropiadas y en las que deberíamos preguntarnos todos los días, si estamos realmente rompiendo con una cultura de violencia hacia las mujeres.

En todo caso y con muchas preguntas qué hacer, el cine no deja de ser un vehículo muy importante para un cambio social frente a este tema.

Aquí una de las notas de referencia: https://elpais.com/cultura/2019/08/28/actualidad/1566992342_141514.html

@FitoCastmo07

JJ/I