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México y el síndrome Dr. Jekyll y Mr. Hyde

México es un país de contrastes: es posible encontrar al hombre más rico del mundo y a más de 52 millones de personas en situación de pobreza (Coneval), al tiempo que coexiste una cultura política donde se alternan la tradición y la modernidad. Pero también una diversidad asombrosa de expresiones artísticas, culturales y sociales que, a pesar de los supuestos males de la globalización, se resiste a la uniformidad y lo local perfila los desempeños individuales y colectivos.

El desarrollo experimentado por el país en los últimos años es también contrastante: en 1963, 50 por ciento de la población era analfabeta y para 2015 bajó a 2.5; en 1960, la población de 15 años y más tenía escolaridad promedio de 2.5 grados (casi tercero de primaria) y en 2015 se incrementó a 9.2 (secundaria terminada); mientras que la esperanza de vida en 1930 era de 33.9 años, para 2016 llegaba a 75.2. Y así se podrían agregar cifras para evidenciar la evolución de los principales indicadores poblacionales.

Las expresiones políticas también contrastantes pasaron de un sistema de partido hegemónico (el PRI y su carro completo en todos los cargos de elección popular) a uno plural y competitivo, con alternancia en la Presidencia de la República (PRI-PAN-PAN-PRI-Morena) y con un Congreso cada vez más plural con gobiernos divididos: se pasó de la perversa cláusula de gobernabilidad (unilateral) a una gobernabilidad multilateral, con la intención de privilegiar el consenso. Ahora con Morena parece que van por el carro completo.

El país se encaminaba a ser un verdadero ejemplo de pleno desarrollo político y social; con una calidad democrática envidiable. En esta perspectiva, ¿qué podía ir mal? Además del nepotismo, el tráfico de influencias y el cohecho, una enfermedad se ha encargado de contaminar algunas de ellas y corroer sus entrañas: el cáncer de la corrupción, pero lo que más las socava es la impunidad.

Es loable la iniciativa de López Obrador de combatir a la corrupción, pero también es un hombre de contrastes: critica a las pasadas administraciones del “cochinero” que le dejaron, pero en su gabinete abundan políticos de entonces. Además, entre el pueblo “feliz, feliz, feliz” y las inútiles reuniones diarias del gabinete de seguridad (y la Guardia Nacional militarizada) y el récord histórico de más de 20 mil homicidios (casi 100 al día) y el aumento de la violencia contra las mujeres (más de 2 mil asesinatos en lo que va del año); los exhortos al crimen organizado para que “se porten bien” y no hacer sufrir a sus mamás, por un lado, y por el otro no atacarlos por ser pueblo; mientras cada día son más “inhumanos”, como sucedió en Ciudad Juárez donde asesinaron a tres niñas y su tío con más de 100 balazos o la muerte de 28 personas en Coatzacoalcos.

Esa misma personalidad contrastante también está polarizando el país plural, al dividir a la población entre sus seguidores y los conservadores; entre el recorte al presupuesto para el deporte y la obtención de un número histórico de medallas en los Juegos Panamericanos; entre la austeridad republicana y la falta de medicamentos para niños con cáncer y portadores de VIH.

Además, llamar prensa fifí (“conservadores, sabelotodo, hipócritas, doble cara”) a la que lo critica y que “a ningún periodista se le va a limitar su derecho a expresarse”; no obstante, en lo que va del año han asesinado a 12 periodistas por el ejercicio de su profesión; mientras que, por otro lado, un diputado del PT propone regular a los medios de comunicación para evitar que se conviertan en instrumento fundamental de la derecha y desmantelar los poderes fácticos a fin de instaurar la 4T; en fin, a todo esto, “¿a poco la prensa no aplaude?”.

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JJ/I