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Posibles razones de la aprobación de AMLO

El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a sus primeros nueve meses de gobierno con una aceptación que en promedio rebasa 70 por ciento, revelan distintos estudios de opinión. De cada 10 ciudadanos, lo aprueban siete. Es un buen nivel en sus primeros pasos en la administración federal, los cuales se han significado por aciertos, pero también decisiones fallidas, improvisaciones e incongruencias; por promesas cumplidas o por cumplir; pleitos y menosprecios innecesarios, desafortunados y desinformados; con un estilo de gobernar centrado en su persona, con una muralla protectora construida por sus seguidores y con campañas de ataques ruines en su contra. En ese contexto, la mayoría de los ciudadanos le refrendan su confianza. Aventuro hipótesis sobre algunas razones:

López Obrador no es un dios ni un demonio, como pretenden seguidores y enemigos profesionales. Analizar desde un filtro moralista su gestión mediante denostaciones o alabanzas no es útil y ciega la comprensión de lo que sucede. Lo lamentable es que en ambas posturas alientan discursos de odio y descalificaciones a quienes piensen diferente. Dividir el mundo entre quienes están a mi favor y en mi contra es un pensamiento arcaico, silvestre.

Hay críticas certeras a López Obrador y hay reconocimientos a su gestión. Que se difundan las primeras en medios informativos profesionales es parte de su labor: su función no es adular al poder en turno. En cambio, en las redes sociales abundan infamias e igualmente críticas precisas, pero no han permeado en sectores populares del país. Estos se hallan alejados de los círculos de la opinocracia, tienen poco o nulo acceso a las explosivas redes sociales, desconfían de la información mediática, esperan cambios y reciben apoyos sociales crecientes del gobierno federal. Es un conglomerado popular que se cansó de las administraciones del PRI y del PAN, de la corrupción, violencia y pobreza en aumento, y le apostaron a una opción política que prometió ser distinta. En sectores populares y parte de la clase media descansa el mayor porcentaje de la aprobación al presidente.

El combate a la corrupción que ha conducido a la cárcel a tres personajes importantes, la enorme apuesta social en pro de mejores condiciones de vida de millones de hogares empobrecidos, una economía que no ha crecido pero que no se ha ido a pique a pesar de vaticinios fatalistas, afrontar el saqueo y rescatar Pemex y la CFE, la eliminación de la reforma educativa y evitar la condonación de impuestos a empresas privilegiadas, engloban algunas de las acciones que parecen asomar detrás de la aprobación al presidente.

También incluyamos que hasta ahora el nuevo gobierno carece de una oposición fuerte. La partidista está desprestigiada. Ya estuvieron en la Presidencia PAN y PRI, pero fueron echados del poder. Sus críticas al presidente, aunque puedan ser ciertas, tienen poco peso público luego de que critican mucho de lo que sus gobiernos no hicieron o alentaron. Es una oposición en crisis internas, catastrofista y ansiosa de poder; que nunca tuvo, perdió o no supo comprender, acompañar ni resolver lo que sucede en las entrañas de la nación.

Con sus pros y sus contras, a López Obrador le funcionan sus conferencias de prensa mañaneras. Es el corazón de su comunicación social. Lo confrontan y confronta, marca su agenda, mide el pulso de los problemas a través de las preguntas que recibe. Se arriesga, exhibe, lo exhiben y se exhibe. También recorre incansablemente el país, acercándose a la gente. Hasta ahora todo esto puede tal vez explicar su nivel de aprobación. Sin embargo, su principal desafío es la inseguridad; no disminuirla es crear su talón de Aquiles.

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JJ/I