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Complejidad en políticas culturales

La autoexplotación como modo de vida para combatir el futuro precario parece precarizarnos sin escapatoria. Esta idea me ha rondado en la cabeza desde el domingo pasado en el que la investigadora del ITESO, Adriana Pantoja, próxima a titularse, nos invitó en Guadalajara a un grupo de creadores y gestores a discutir algunos de los hallazgos del proceso final de su tesis doctoral, a propósito de prácticas escénicas contemporáneas y su relación con las políticas culturales y sus correspondientes instituciones. Pocas tesis con el rigor y seriedad de esta investigadora han puesto el foco en describir el contexto en que estas prácticas son realizadas y sus implicaciones. Su análisis, por demás interesante y que ojalá se pueda socializar y discutir en varios espacios fuera de la academia, nos pone de frente con aquellas negociaciones personales que los creadores escénicos y los gestores activos hacen para llevar a cabo su práctica.

El panorama no es muy alentador dadas las condiciones precarias y esa especie de autoexplotación que sostiene cada proyecto escénico para llevarse a buen puerto. Sumemos al papel inconsistente de políticas culturales y la incapacidad de las instituciones para entender de procesos o caer en la moda discursiva y pretenciosa de las industrias culturales, que a todas luces son un modelo que se quiere importar con calzador en un contexto donde esto puede tener muchos cuestionamientos.

En general, en términos municipales, estatales y federales, nuestras políticas culturales están pasando por tiempos complejos. He repetido ya en este mismo espacio que no sólo la parte comunitaria es la que necesita una urgente revisión y reestructura. Por supuesto, la necesita el Fonca, Enartes, los PECDA, los fondos mixtos, los subsidios. Una revisión a profundidad que incluya no sólo a la Ciudad de México sino que recupere de manera eficiente las experiencias de las secretarías y los institutos de cultura de los estados. Esperemos que con los cambios que sucedieron hace unas semanas en la Secretaría de Cultura Federal, con la llegada de Marina Núñez a la Subsecretaría de Desarrollo Cultural y de Adriana Konzevik al Fonca, estas revisiones se den y se puedan desarrollar modelos propios antes que seguirlos copiando e importando modelos que ya no son vigentes a la luz de las nuevas necesidades de los artistas de este país en un contexto situado.

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da/i