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Compañía estatal, ¿para qué?

La diversidad escénica en Jalisco es difícil de representar. Por fortuna. Las generaciones más activas que están proponiendo los discursos y propuestas más potentes son el mejor testimonio de la diversidad de búsquedas, formatos y públicos que se han abierto en los últimos años.

Jalisco se ha convertido en uno de los focos más activos del quehacer escénico del país y quizá una de las variables que ha sido fundamental en este proceso fue la extinción de las compañías oficiales, tanto la Estatal de Teatro como la de la Universidad de Guadalajara. En el segundo caso, donde me tocó como directora de Artes Escénicas y Literatura de Cultura UDG atravesar ese proceso, el recurso que se destinó para la Compañía de la Universidad de Guadalajara se transformó y diversificó en formación: talleres, seminarios, cursos, diplomados; incluso en apoyos en producción para compañías emergentes y algunas consolidadas. De este paso, muchas compañías y creadores fueron beneficiarios directos. La gran mayoría aún está en activo y generando propuestas que atraviesan los límites del estado.

El movimiento escénico actual en Jalisco ya no se puede reducir a una compañía estatal. ¿Bajo qué lógica? ¿Qué o quién nos va a representar? ¿Poner en escena los textos de los dramaturgos jaliscienses? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Con qué sentido? ¿A qué costo? Porque los dramaturgos locales que han destacado por su nivel en los últimos años, el caso de Jorge Fábregas es un gran ejemplo, no necesitan una compañía estatal para que sus textos sean representados o se le reconozca con diferentes premios nacionales.

Algunas de estas observaciones se le han hecho también a la Compañía Nacional de Teatro, ¿por qué llamarlo nacional?, ¿cuál es su pertinencia?, ¿cuál su vínculo fuera de la Ciudad de México?

En algunos casos no se puede aplicar aquello de  “todo tiempo pasado fue mejor”. La realidad cambió, la cantidad de creadores escénicos aumentó, la profesionalización y la influencia de otras disciplinas permite colaboraciones que antes eran impensables. Las instituciones cambiaron, la infraestructura, la formación. Avancemos al futuro. Hay que preguntarnos lo pertinente para atender a esta realidad que nos demanda y dejar de buscar revivir el siglo pasado. 

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JJ/I