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Suicidio

Hace unas semanas nos enteramos con profundo dolor y sorpresa del suicidio de una alumna de la Universidad de Guadalajara, en sus instalaciones. Esto motivó la implementación de talleres de prevención para afrontar este serio problema de salud pública. Este fenómeno social se ha incrementado en los últimos tiempos, por lo que es importante que echemos un vistazo no sólo desde la perspectiva de las estadísticas, sino también desde la magnitud de los efectos en las familias y amistades de la víctima.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se suicidan más de 800 mil personas en el mundo; esto es, una muerte por suicidio cada 40 segundos. Esto convierte al suicidio en la segunda causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años: la mortalidad autoinfligida es superior a la ocasionada por los conflictos bélicos o los asesinatos. Un dato interesante es que 79 por ciento de los suicidios se originan en países con ingresos medios y bajos; mientras que 21 se presenta en países desarrollados.

De acuerdo con cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el año pasado, también México ha experimentado un aumento de muertes por suicidio al llegar a la cifra en 2016 de 6 mil 291, lo que significa una tasa de 5.1 suicidios por cada 100 mil habitantes, cuando en 2010 fue de sólo 4.3. Las cifras varían cuando se trata de las entidades federativas, pues en 2016 Chihuahua y Yucatán experimentaron una tasa de 11.4 y 10.2 suicidios por cada 100 mil habitantes. En contraste, las tasas más bajas se observan en Guerrero, Veracruz y Oaxaca, con 2.1, 2.5 y 2.9, respectivamente. Jalisco tiene una tasa mayor al promedio nacional, pues es de 7.2.

Con relación al género y a la edad, las cifras del Inegi arrojan que, de cada 10 suicidios, ocho son llevados a cabo por hombres (5 mil 116 contra mil 173 suicidios de mujeres). Mientras que en 2010 la tasa de suicidios en hombres era de 7.2, para 2016 la tasa creció hasta 8.6 por cada 100 mil habitantes; en las mujeres pasó en los mismos años de 1.5 a 1.9. Es lamentable que la tasa más alta de suicidios ocurre entre jóvenes de 20 a 29 años: la tasa entre los 20 y 24 años es de 9.5, mientas que para el rango de edad de 25 a 29 años es de 8.2 (las tasas para hombres es 16.1 y 14 en los respectivos grupos de edad). En cuanto al método utilizado para cometer el suicidio el principal es el ahorcamiento, con 80.8 por ciento y 7.7 con disparo de arma de fuego.

¿Qué impulsa a las personas a suicidarse y qué se puede hacer para detectar a los potenciales suicidas? Existe un nexo importante entre suicidio y problemas mentales, particularmente la depresión y el abuso de alcohol y drogas; las crisis personales motivadas por cuestiones económicas; las rupturas de relaciones de pareja y enfermedades terminales. De ahí la importancia de estar alertas de nuestros familiares y amigos cercanos para detectar a tiempo estos signos y así anticiparnos a los hechos y evitar una situación dolorosa para la familia y la comunidad.

La implementación de programas de prevención, especialmente en centros escolares donde más conviven personas de los segmentos de edad (prepas y universidades) que más recurren al suicidio, es de la más urgente acción. Dado que por cada persona que logra suicidarse, hay muchas más que lo han intentado sin lograr su cometido, es importante la coordinación de las autoridades, tanto escolares como sanitarias y familias, para establecer centros de intervención en crisis para su detección y acción inmediata.

Desde que en 1897 Émile Durkheim publicó El suicidio, el primer estudio sistemático que sentó las bases para el método de investigación sociológica, el suicidio sigue siendo un fenómeno social de pérdidas “existenciales” prioritarias para las familias y la comunidad.

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JJ/I